Pinturas del Teatro Nacional urgen retoques
Expertos confirman daños en obras centenarias y aconsejan su pronta intervención
Las arrugas y cicatrices producto de 121 años de existencia son más que visibles en el Teatro Nacional. Estas marcas, presentes en la fachada y en el interior del monumento, siguen avanzando y amenazan con dañar aún más la majestuosa joya arquitectónica.
Un grupo de expertos italianos que visitó el país realizó una evaluación óptica de los distintos aposentos del inmueble. Por medio de fotografías, observaron que el estado es particularmente severo en las pinturas de gran formato que engalanan el techado interno.
“Se evidenció el despegue de la pintura con respecto al soporte en varias áreas, que puede ser dañino porque se puede caer el color”, indicó Andrea Papi, químico del Instituto Italo Latinoamérica (IILA) y consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El deterioro por ahora está en zonas localizadas, pero según el especialista en conservación y restauración, es necesario intervenirlas para evitar que se dañe toda la obra.
“Primero es necesario sacar el barniz amarillento. Después se debe hacer una fijación del color, colocar un pegamento en la parte que se está cayendo y donde no para prevenir que esto suceda; después un retoque pictórico para integrar la parte faltante y barniz, para una protección final”, detalló Papi.
Para la historiadora Cecilia Santinelli, también del IILA y consultora Unesco, las obras son “parte de un conjunto muy valioso, por lo tanto es necesario rescatarlas”.
“Son pinturas que tienen toda una historia de procedencia, o de puente entre Costa Rica y Europa, pero sobre todo, el conjunto del Teatro es un ejemplo muy interesante de arquitectura, de escultura y también de pintura”, añadió.
Las heridas. La pinturas que presentan el mayor desgaste son las del artista italiano Carlo Ferrario; tres ubicadas en la cafetería y dos en la antigua dirección. En este caso, si bien algunos de los daños responden a factores externos, también influye la misma forma en que la obra fue construida.
“Ferrario era un escenógrafo y como tal, su manejo técnico era diferente al de un pintor formal. No le estoy quitando méritos, porque en su época era muy aclamado (...)”, indicó Carmen Marín, restauradora del Teatro Nacional.
Donde están los trabajos de este artista, la capa de construcción es muy delgada, por lo que ha sufrido una pérdida de agarre producto del paso del tiempo, la degradación de los materiales y la gravedad (por estar en el techo). A eso se suma la humedad, que incide directamente en la madera sobre la cual están pegadas las obras.
Según Marín, los informes de los distintos administradores del Teatro a través de la historia permiten identificar que desde 1910 se empezaron a identificar indicios de daños, relacionados con problemas de humedad muy fuertes y se hicieron algunas reparaciones.
Entre los llamados para la restauración estaban el costarricense Antolin Chinchilla y el español Tomas Povedano, quienes no eran restauradores, sino pintores, por lo que hicieron muchas intervenciones en las obras (repintaron).
“Conforme el tiempo ha pasado, las diferentes direcciones y autoridades han tomado decisiones que, en su época y en el estado de conocimiento de su momento, han considerado como las más adecuadas. No podemos prejuzgar de mala intención ni falta de nada, lo que pasa es que ahora imperan normativas que son un poco diferentes”, explicó Fred Herrera, director general del Teatro Nacional.
Preservando la historia. Los trabajos para intervenir las pinturas dañadas formarán parte del Programa Integral de Seguridad y Conservación que la administración actual del Teatro impulsa para asegurar la preservación del inmueble.
El plan se financiaría con un préstamo de $31,3 millones que el Gobierno de Costa Rica suscribió el pasado 30 de abril con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), y que está en estudio.
De esos fondos, $1,5 millones serán para iniciar las obras de restauración de las pinturas.
“La palabra integral quiere decir que tenemos la aspiración de cubrir diferentes áreas, desde la conservación de pinturas hasta el sistema contra incendios, pasando por el sistema eléctrico, por la actualización tecnológica del escenario, la evacuación de bodegas, devolverle al Teatro todos los camerinos, etcétera”, indicó Marín.
Aunque la propuesta está en desarrollo, sus impulsores afirman que es absolutamente necesaria para garantizar la integridad del edificio.
“¿Hasta qué grado de destrucción hay que llegar para que la gente comience a moverse?”, cuestionó Herrera.
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