El naufragio de Bancrédito
El Congreso tramita un proyecto de ley para que Bancrédito sea asumido por el BCR, una forma de disimular su quiebra.
El Banco Crédito Agrícola de Cartago (Bancrédito) incurrió en serias deficiencias de ejecutoria que apuntan a su muy probable quiebra. El patrimonio, en diciembre del 2017, según la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), era de ¢68.000 millones. Seis meses después, en junio de este año, se había reducido a ¢31.000 millones.
Una mezcla de inactividad comercial, con costos por provisiones para pagar prestaciones legales a sus empleados y, sobre todo, una creciente morosidad de su cartera crediticia, explican el relativamente rápido naufragio del Banco. De enero a junio de este año, la morosidad superior a 90 días pasó del 3 % de la cartera (el límite superior de lo que Sugef considera normal) al 28 %.
Bancrédito, al igual que el Banco Nacional y el Banco de Costa Rica, cuenta con la garantía del Estado, pero, por lo débil de las finanzas públicas no se ha materializado. Con su naufragio, el principal perdedor es el propio Estado costarricense, pues la entidad no tiene recursos para atender el pago de inversiones del Ministerio de Hacienda por ¢133.000 millones. (“Patrimonio de Bancrédito cae un 50 % por cubrir créditos malos”, La Nación, 23/7/2018).
La Asamblea Legislativa tramita un proyecto de ley para que Bancrédito sea asumido por el Banco de Costa Rica, lo cual es una forma de disimular su quiebra, pero no ha avanzado ni se espera que lo haga en el futuro cercano. Entretanto, la situación financiera del Banco empeora.
Una opción digna de considerar es que otro banco, por ejemplo el propio BCR, proceda de inmediato a comprar —a precios razonablemente cercanos a los de mercado— todos los activos y pasivos de Bancrédito, o sea, su patrimonio, que por ahora podría ser positivo. Conforme más se espere a que la Asamblea Legislativa lo apruebe, más probable es que el patrimonio institucional se torne negativo, en cuyo caso habrá que pagar para deshacerse de él.
Los funcionarios despedidos de Bancrédito deben recibir todos los pagos exigidos por ley, mas no premios, como un grupo de exdiputados de la provincia de Cartago propuso hace un tiempo. Muchos de ellos podrían ser contratados por otras entidades financieras, públicas y privadas. Las causas de la quiebra deben ser verificadas y documentadas. Con base en esa labor, es indispensable sentar las responsabilidades del caso, sea cual sea su naturaleza.
Desde hace muchos años, el Banco Crédito Agrícola de Cartago daba muestras de mala administración, pero el Estado costarricense lo mantuvo vivo con respiración artificial y le trasladó la exclusividad de administrar actividades rentables. Sin embargo, los fundamentos de la institución continuaban débiles (elevados gastos administrativos, pobre dirección estratégica) y, en ausencia de medidas correctivas, muchas veces anunciadas y nunca ejecutadas satisfactoriamente, la quiebra cada vez parecía más inminente.
El naufragio de Bancrédito se une al del Banco Anglo Costarricense, años atrás, para marcar dos importantes fracasos de la banca estatal. Uno y otro deben servir para recordar a los costarricenses, particularmente a los gobernantes de turno, que en las instituciones autónomas y empresas públicas es preciso nombrar personas diligentes y conocedoras de la materia, con plena conciencia de que la remuneración (dietas, salarios, beneficios) —por lo general alta al comprarla con las contrapartes privadas— apareja compromisos por cuyo cumplimiento deben responder ante la ciudadanía. A las juntas directivas y a otros cargos de la alta Administración Pública no se debe acceder en pago de favores políticos ni de otra índole, sino por capacidad y buen desempeño.
Una mezcla de inactividad comercial, provisiones para pagar prestaciones legales a sus empleados y la creciente morosidad de su cartera crediticia explican el rápido hundimiento
La Asamblea Legislativa tramita un proyecto de ley para que Bancrédito sea asumido por el Banco de Costa Rica, lo cual es una forma de disimular su quiebra