Portero de de Amputados lloró al ir a una práctica
▶ Glen Pérez, de 35 años, jugará en el Mundial de Fútbol de esta modalidad
Glen Pérez conoció la Asociación de Fútbol Amputado de Costa Rica hace dos años y medio, cuando llegó a un entrenamiento, recomendado por uno de los integrantes.
En aquel momento su primera reacción fue llorar. No podía creer cómo personas sin una pierna se ponían las muletas y corrían tras un balón.
Él sabía lo que significaba vivir sin una de sus extremidades, en su caso sin un brazo, pero hasta ese momento no había pensando en jugar fútbol de nuevo, como lo hizo cuando era un adolescente.
Pérez, hoy portero de la Selección Nacional de Fútbol de Amputados, acudió a una práctica con un poco de escepticismo, que creció cuando vio las reglas del juego.
A las personas que les falte una extremidad superior, deben jugar como guardametas, pero si la amputación es de la pierna, deben ser jugadores de campo.
Eso le pareció extraño, pero al mismo tiempo un reto más, como los muchos que ha enfrentado desde hace 12 años, cuando perdió su brazo derecho.
“Cuando veo las reglas, y me doy cuenta que es ser portero, no estaba muy convencido; sin embargo, vi a otros acatando órdenes en mi posición, entonces me dije: ‘lo voy a intentar’”.
Costumbre. Al inicio le costó acoplarse a esta nueva forma de jugar al fútbol, pero asegura que su actitud, la guía de los entrenadores y las prácticas han marcado la diferencia.
“Uno al principio como que intenta sacarla (la bola) con dos manos, se le olvida que no tiene, pero rápido se acuerda”.
Esas lágrimas que dejó escapar el día que conoció el fútbol para amputados fueron diferentes al llanto de hace 12 años; aquellas fueron de tristeza.
Los médicos le dijeron que debían cortar su brazo, porque de lo contrario la gangrena iba a terminar por afectarle el corazón y provocarle la muerte.
Con 23 años debió firmar un papel en el que aprobaba la amputación, pero antes de eso pasó al menos seis horas llorando.
“Hubo mucho reclamo contra Dios... que por qué me sucedía esto, yo tenía mis vicios, tomaba y fumaba mucho, pero no era un muchacho malo. Escuché lo que Dios quería para mí y cuando vino esa voz sentí paz y fortaleza. Al día siguiente me amputaron”, recuerda.
El primer mes fue de lucha constante contra pesadillas que le recordaban cuando una máquina para moler carne se accionó y le destruyó su brazo.
“Trabajaba en una fábrica de embutidos en La Uruca y ese día llegué tarde, otro compañero había hecho mi labor, que era moler toda la carne de la empresa. Él me dijo que ya estaba hecha la labor y solo quedaba limpiar la máquina. Sin ninguna mala intención dejó el sistema automático encendido y cuando estaba limpiando, la máquina comenzó a dar vuelta y tenía el brazo adentro”.
Aún así, no tiene rencores ni remordimientos. Después de un tiempo puso en la mesa la actitud que hoy tiene ante la vida.
Esa misma determinación lo llevó hasta la Selección de Fútbol de Amputados y está a las puertas de ser parte del primer mundial para Costa Rica.
El torneo se realizará en Guadalajara, México, entre el 25 de octubre y el 10 de noviembre.
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Desde la tribuna