Liga deberá pagar bien si quiere a catracho
Si Alajuelense quiere contratar al volante hondureño Mario Martínez, el Real España de Honduras no pondrá trabas, pero la Liga tendrá que pagar lo que cuesta.
El interés de los manudos en él no es nuevo.
Y su nombre aparece otra vez en la lista de candidatos para que el León se refuerce.
Los rojinegros intentaron contratarlo para el torneo anterior y lo esperaron hasta lo último.
Su fichaje estuvo muy cerca de convertirse en realidad, pero no se concretó y, en su lugar, los rojinegros vincularon a Alex López.
La situación es muy distinta a como se dio la contratación de Róger Rojas, Luis Garrido y el propio López, en vista de que ellos quedaban libres cuando terminaba el torneo hondureño en diciembre.
Para nadie es un secreto que negociar así es mucho más sencillo.
Martínez aún tiene un año de contrato pendiente con el Real España.
Este martes, el entrenador de ese club catracho, Martín Tato García, fue enfático en que “Real España no va a regalar a esos futbolistas”, en alusión a que según la prensa hondureña también puede haber coqueteo de Alajuelense con Iván el Chino López.
“Me entero ahora, la verdad no tenía ningún conocimiento de esa noticia”, aseguró el entrenador uruguayo en declaraciones recopiladas por El Heraldo de Honduras.
Y agregó: “Es una noticia que me sorprende, siempre digo lo mismo, son posibilidades que tienen los jugadores. Si le sirve al futbolista y al club en lo económico, veremos cómo es la posibilidad. Estoy seguro que Real España no va a regalar a esos futbolistas”.
Martínez venía con una dolencia física, pero al parecer, este jueves jugará de nuevo con su equipo en la Liga Concacaf, contra el Tauro de Panamá. Después de ese encuentro, Real España se medirá al Motagua, en el torneo local.
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Nunca como ahora la Fedefútbol necesita de una Fiscalía fuerte, independiente de presiones y amiguismos.
En estos días la Asamblea elegirá al titular de ese cargo y da tristeza saber que los bandos antagónicos que aspiran a asumir o mantenerse en el Comité Ejecutivo ven la elección como el primer round de la pelea. Si gana “este” en la fiscalía, Villalobos y su gente se reelige en el 2019, pero si pierde “este” y gana el “otro”, los días del actual presidente llegarán hasta el próximo año.
Triste, porque el fiscal no debe ser bandera de nadie, no puede estar casado con un grupo y tiene que estar ajeno al poder. No le toca ser partícipe de esas componendas políticas. Su independencia debe ser el sello fundamental para garantizar que allí, a lo interno, reina la transparencia.
Los signos preocupan. Desde la llegada de Eduardo Li a la Federación han pasado muchas cosas que merecían de ojos escrutadores, orejas dispuestas a oír y, sobre todo, una línea independiente en los diferentes organismos que deben ejercer control: auditor, fiscal, Asamblea, etc.
Cuando el FBI desató el terremoto FIFAGATE, todos –o casi todos– se quedaron con la boca abierta. “El amigo”, el presi, el exitoso dirigente se había burlado de todos. Bueno, de casi todos. Quedó al descubierto que los pesos y contrapesos no existían, o no funcionaban. Y que el enorme poder de un solo hombre (o tal vez más de uno), carecía de ese vigilante valeroso e independiente que pudiera ser al menos una piedra en el camino.
Alguna vez discutí en la Federación sobre una propuesta de reformas a los estatutos que había criticado en este espacio. Me sorprendió que una de ellas apuntaba a que el fiscal pudiese aspirar para el periodo siguiente a su ejercicio a un puesto en el Ejecutivo. Me escandalizó aún más la defensa que allí se hizo de esa norma que, por dicha, no pasó.
Lo cierto –en torno a Li– es que nunca supimos de una investigación seria a lo interno de la Federación a cargo de los entes fiscalizadores. Pasaron amigos de los amigos a firmar contratos, no se le quitó el velo a algunas negociaciones y proveedores “apadrinados” siguen por ahí.
En el recuento de los daños causados por Li, la trasparencia pagó muy caro. Cuando se exigía de órganos fuertes que nos despejaran toda duda de que el cáncer estaba extirpado, nos encontramos silencios, complacencias e indiferencias que alargaron esta sensación de que pasó el diluvio pero aún quedan nublados.