Somos capaces de avanzar
Quiero escribir con sinceridad sobre lo que siento y percibo hoy sobre el país. Para dar pie a ello, comparto una frase que para mí encierra un gran sentido y sabiduría: “No somos enemigos, sino amigos. No debemos ser enemigos. Si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos”. Estas palabras son de Abraham Lincoln, en su discurso de toma de posesión en los Estados Unidos, en 1861.
Lincoln habló consciente de que su país estaba al borde de una guerra civil y tenía en medio el conflicto sobre la esclavitud. La dijo consciente de su deseo de acabar con la esclavitud, pero, también, claro de que en ese duro camino no debía comprometer la integridad de la unión estadounidense.
Dichosa Costa Rica, donde el enfrentamiento bélico no está entre los recursos del imaginario de la ciudadanía. Pero por el hecho de no tener ejército, no podemos dar por sentadas las bases pacíficas de nuestra convivencia democrática.
Todas las personas somos libres e iguales en dignidad y derechos, como lo proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Palabra hermosas al recitarlas, pero que han planteado, y plantean, desafíos en nuestra práctica democrática. Debemos poner el respeto a la dignidad de todas las personas sin ninguna distinción en el centro del debate político y público.
Visión ética. La visión de Lincoln, como la de quienes redactaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, encierra una visión ética para la humanidad, la cual, entendiendo las relaciones conflictivas de las sociedades, aspira a ser la empatía, la solidaridad, el afecto o, en su mínima expresión, el respeto recíproco, las que normen las transformaciones en democracia. Por el bien nacional, llamo a debatir el fondo de los temas y no utilizar argumentos ad hominem.
La agilidad de las tecnologías es fundamental para el desarrollo del país, pero no debe confundirse con la ligereza para calificar o descalificar al otro para lastimarlo o subestimarlo o para hacerle un daño o un mal.
Siento con sinceridad que en Costa Rica, en muchas ocasiones, nos olvidamos del respeto que debe prevalecer en nuestros debates políticos y públicos. Al mismo tiempo, olvidamos todo de lo que somos capaces de conseguir y lo que nuestra plataforma de desarrollo, muy admirada en el mundo, puede hacer realidad.
El respeto es, además, un elemento de competitividad y efectividad. Podemos hacer que las propuestas, ideas y proyectos avancen, en paz y entendimiento. En Costa Rica, esta es una ventaja competitiva que debemos explotar más, en un tiempo durante el cual debemos avanzar con agilidad.
El futuro. Grandes acontecimientos esperan a Costa Rica. Estoy segurísimo de ello. Debemos avanzar. Con la reforma fiscal, no como un fin en sí mismo, sino como un piso cierto para progresar en otras materias. Reactivar la economía, impulsar reformas democráticas, movernos decididamente hacia la inclusión educativa, en innovación, en liderazgo en la temática medioambiental; esa es la agenda de este gobierno y la cual debe tener este país.
Por el bienestar compartido, por el desarrollo, por la misma salud y la credibilidad en nuestras instituciones, debemos demostrarnos capaces de transformar positivamente la experiencia de vida de las personas cambiando y mejorando la realidad.
El sustantivo singular “pueblo” (el soberano) engloba en su realidad la pluralidad de voces. Así lo entiendo como gobernante. Soy presidente de un cuerpo polifónico único en el mundo y maravilloso. Debemos ser sabios y humildes para, en esa multiplicidad de voces, dar los siguientes pasos valientes en nuestro desarrollo.
En esta empresa colectiva, en este barco nacional, estamos todos a bordo y entiendo que mi trabajo es, junto con todas las personas, llegar a un mejor puerto. Confío plenamente, porque el trabajo está en manos de todos, en que así será.
Espero con mi trabajo, junto con el de todos los costarricenses, llegar a un mejor puerto