2018: una pequeña dosis de realidad
Al finalizar cada año, la emblemática plaza de Times Square crea un muro en donde turistas y residentes de la vibrante ciudad de Nueva York colocan en pequeños trozos de confeti sus deseos para el año nuevo. “Cada nuevo año es tiempo de renovarse, desear y trabajar por un mundo mejor, tanto individual como globalmente”, dijo el presidente de Times Square Alliance, Tim Tompkins, en el 2016.
Conforme pasan los años, los participantes en esta tradición se enfocan mucho más en deseos para el mundo y no tanto en sus aspiraciones personales. Entre los mensajes que destacaron en diciembre del 2017 estaban: “Que la gente tenga más empatía por los demás”, “Que el mundo sea un lugar más seguro para todos” e incluso “Queremos gobiernos comprometidos con los derechos humanos y civiles”. Evidentemente, esas frases no deberían ser ajenas a los costarricenses. Si algo nos ha enseñado el 2018 es que Costa Rica no está exenta de los problemas que siempre vimos de lejos y creíamos que no nos afectarían.
No llevamos ni tres cuartas partes del año, y no hemos visto un solo mes en que no haya algún dilema que nos concierna a todos. De enero a abril, la temática fue la homofobia; de mayo a julio, el sexismo; y en agosto, la xenofobia. ¿Qué sigue?
Homofobia: el tema central en las elecciones pasadas fue el matrimonio igualitario y, como consecuencia, la homofobia. Tristemente, un estudio llevado a cabo por la empresa Transgender Europe indicó que nuestra nación es una de las menos amigables con la comunidad LGBT de toda América Latina.
Sexismo: durante el primer partido del Mundial, donde Costa Rica debutó, se registraron 482 denuncias de violencia doméstica, luego sucedieron hechos tan lamentables como la violación y el asesinato de mujeres extranjeras en Tortuguero y playas del Pacífico y, en general, vemos día tras día cómo las mujeres son ofendidas verbalmente cuando caminan por la calle.
Xenofobia: el problema va de la mano con el sexismo porque, si no fuera por todos los actos de violencia ocurridos en los últimos meses, entonces no se estarían formando las manifestaciones en plazas públicas en contra de los nicaragüenses. Estoy segura de que no soy la única que sabe que, a pesar de los tristes acontecimientos, la gran mayoría de los nicaragüenses que se encuentran refugiados en nuestro país no lo hacen por gusto, sino por necesidad. Vienen a trabajar y a aportar al país.
Temas tabú.
Desde pequeña, me enseñaron a no tocar tres temas en la mesa: fútbol, política y religión. Sin embargo, la lista se ha extendido, pues el matrimonio igualitario y la inmigración se han convertido en materias controversiales.
Tristemente, esto no debería ser así. Todos sabemos que el gobierno desempeña un papel central en cómo se resuelven estos dilemas, pero si queremos ver un cambio real, empecemos por nosotros mismos. Empecemos por aceptar al prójimo como es. Empecemos por respetar nuestras diferencias. Empecemos por querernos sin importar el color de piel, la orientación sexual, las creencias religiosas y cualquier cosa que nos haga únicos.
Si este 2018 no nos hace abrir los ojos, no sé qué lo hará. Pero, tal vez esta pequeña dosis de realidad era necesaria para entender que Costa Rica no está exenta de convertirse en un país violento y discriminador si no empezamos a actuar con respecto.
Tal vez esta pequeña dosis de realidad es lo que nos hará anhelar el “pura vida” que antes nos representaba. Tal vez los sueños que tienen las personas de distintos países y han sido publicados en el muro de una de las plazas más famosas del mundo deberían comenzar a convertirse en nuestros sueños también.
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El matrimonio igualitario y la inmigración se han convertido en asuntos controversiales