La Nacion (Costa Rica)

Nueva receta para Uber

- Esteban Ramírez Editor de Economía eramirez@nacion.com

La novela sobre Uber en Costa Rica, lejos de encaminars­e hacia su desenlace esta semana, se puso más candente, toda vez que el Gobierno mantiene su posición de considerar ilegal esta plataforma para el transporte de pasajeros, pero también, se declara imposibili­tado para ejecutar el bloqueo del servicio.

El pasado martes 21 de agosto finalizó la “tregua” de 45 días entre el Gobierno y los taxistas, sin que hubiera un cambio notable en el curso de acción para atender el conflicto. Esto deja el terreno despejado para que aparezcan, de nuevo, los bloqueos callejeros de los taxistas, e incluso puedan prosperar otros focos de tensión en frentes hasta ahora desconocid­os.

Recapitule­mos un poco. El Gobierno reafirmó que la operación de Uber es ilegal, que continuará con los operativos de Tránsito para detectar a los transporti­stas irregulare­s y, mientras esto ocurre, buscará una nueva legislació­n en materia de transporte remunerado.

Esta receta no agrega nada nuevo. Desde el año pasado, el Ejecutivo se comprometi­ó a reforzar controles en carretera para sancionar a los choferes de Uber y decomisar sus automóvile­s. En noviembre del 2017, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos, informó de que impuso la primera multa de ¢2 millones a uno de estos conductore­s, y de paso, dijo tener abiertos otros 30 procesos de investigac­ión similares.

Basta una rápida operación matemática para darse cuenta de que ni siquiera vale la pena escribir aquí el decimal que representa la proporción de choferes Uber sancionado­s hasta esa fecha, sabiendo que la plataforma cuenta hoy con una base de 22.000 socios conductore­s.

Las sanciones podrían tener un efecto disuasivo en el mejor de los casos, pero esto no parece estar ocurriendo: la evidencia muestra que luego de tres años de estar en Costa Rica, la plataforma goza de buena salud, opera sin contratiem­pos y la cantidad de choferes Uber prácticame­nte se triplicó.

Como innovación disruptiva, Uber es difícil de encasillar dentro de las leyes vigentes, pero tampoco se puede dejar por la libre y hay que hacer ajustes decididos. Es vital que el Gobierno aclare la situación de esta empresa en el país, y no se juegue el chance de darle largas al asunto, porque “el viaje” podría salirle más caro de lo previsto.

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