Perezoso de seis toneladas deambuló por Costa Rica
Especie habitó en Coto Brus hace 7 millones de años
Un perezoso gigante, de unas cinco o seis toneladas de peso y cuya estatura podría superar el doble de la de un ser humano, fue parte de la Costa Rica prehistórica y vivió en nuestras tierras hace unos siete millones de años.
Un grupo de paleontólogos trabaja para determinar sus características, describir sus huesos, compararlos con otros y ver si corresponde a especies anteriormente descritas o si se trata de especies o géneros completamente nuevos para la ciencia.
Esta investigación es parte de un trabajo que arrancó en el 2003 con diversos viajes a San Gerardo de Limoncito, en el cantón de Coto Brus, Puntarenas, a unos 11 kilómetros de San Vito. En esta zona, los investigadores exploraban en busca de huesos y fósiles de diferentes especies.
Durante más de una década, Ana Lucía Valerio, coordinadora de la sección de Geología del Museo Nacional, y César Laurito, formador para el trabajo del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) e investigador asociado del Museo Nacional, buscaron y analizaron más de 2.600 muestras de huesos de decenas de especies distintas que fueron apareciendo a lo largo de las expediciones.
“Cuando yo decidí irme por la paleontología, nadie daba un centavo para que aquí apareciera algo. Aventurarse a encontrar mamíferos era impensable. Nos decían: ‘Ustedes andan buscando huesitos, no tiene mayor importancia’, pero el hallazgo hace que el mundo vuelva a ver y diga: ‘Aquí está pasando algo, algo que no esperábamos y que está cambiando la visión del intercambio biológico’”, destacó Laurito.
Esta zona sería clave porque es una prueba más de que Centroamérica sirvió como puente de comunicación para que los animales cruzaran de Suramérica hacia Norteamérica y viceversa. Además, el Istmo fungió como filtro para ver qué especies pasaban de un lado a otro y cómo lo hacían.
“El Istmo se cerró como tal hace unos 3,5 millones de años, y estamos hablando de que estos perezosos vivieron hace siete millones de años. ”Entonces, ¿cómo pasaron estos animales gigantes de Suramérica a la zona sur de Costa Rica si no tenían adaptaciones para bucear? Es posible que durante un tiempo existiera un paso, un puente de tierra, para que estos animales cruzaran tempranamente. Pudo existir este paso por un periodo corto de tiempo, pero para la paleontolo- gía, un periodo corto de tiempo pudo ser un millón de años”, explicó Laurito.
“En otras palabras, aparecen ‘bichos’ de América del Sur mucho antes de lo esperado, como cuatro millones de años antes de lo esperado”, aclaró.
¿Qué se sabe del animal? Aunque todavía es difícil saber cómo era cada uno de los animales que se están analizando, especialmente porque pueden pertenecer a especies y géneros diferentes, los especialistas sí tienen ideas de cómo pueden ser estos perezosos gigantes.
Se sabe que caminaban sobre las dos plantas de los pies traseros y sobre los nudillos de las patas delanteras. Además, sus garras delanteras tenían una fuerza muy grande y, posiblemente, se utilizaban para cavar.
Por otra parte, sus dientes eran tan fuertes que no solamente se alimentaban de hojas; también de madera y otros materiales duros. Los dientes podían regenerarse con cada desgaste a la hora de masticar.
Se sabe, además, que los perezosos gigantes tenían algún tipo de vida social y que posiblemente estaban en manadas.
Dentro de estos descubrimientos, podría haber especies nuevas para la ciencia, pero que se extinguieron hace millones de años. Ni siquiera convivieron con homínidos (familia a la que pertenecen los humanos), pero en el 2018 sus huesos se encuentran con el estado de conservación necesario para conocer sobre esta porción de la megafauna prehistórica.
“El cazador de fósiles no mata a su presa: la resucita (...) para conocerla”, señaló Ascanio Rincón, paleontólogo venezolano que, desde la semana pasada, colabora con los estudios en suelo nacional. ¿Por qué todo esto es importante? Rincón fue enfático: “Este tipo de conocimientos nos ayudan a entender quiénes somos y de dónde venimos; da identidad al Istmo”.