La Nacion (Costa Rica)

¿Cuánto debe intervenir el Banco Central?

- Carlos Blanco Odio

El principal compromiso de política monetaria del Banco Central (BCCR) es mantener el nivel de inflación acotado en cierto rango (actualment­e fijado entre un 2 % y un 4 %). Otras políticas, como la cambiaria, son subsidiari­as a ese objetivo. Sin embargo, hay opiniones de que, en la práctica, parece existir un objetivo cambiario en el objetivo de inflación; es decir, el caso sería uno de dominancia cambiaria sobre la monetaria.

Las críticas aumentaron luego de que, en marzo pasado, el Central se endeudó con el Fondo Latinoamer­icano de Reservas (FLAR) por una suma de $1.000 millones para apoyo a la balanza de pagos. En ese entonces, el organismo rector adujo que disponer de un mayor nivel de reservas puede, en instancias, desalentar la especulaci­ón financiera, dado que cae la demanda de activos denominado­s en moneda extranjera a la espera de una depreciaci­ón.

Volatilida­d cambiaria.

Desde la instauraci­ón del régimen de flotación administra­da (febrero del 2015), el precio del dólar ha mostrado mayor estabilida­d que durante el anterior sistema de bandas o aun del régimen de minidevalu­aciones (1984 al 2006).

A priori, cabría esperar un tipo de cambio del dólar más volátil en el régimen actual que en los anteriores, pues, en teoría, no obedece a reglas determinad­as (predecible­s), sino al comportami­ento de las fuerzas del mercado, esto es, en función de los fundamento­s de la economía.

De ahí que las intervenci­ones del Banco Central con afectación de sus reservas monetarias, solo se pueden justificar cuando se producen desviacion­es atípicas o de carácter especulati­vo. Se colige que el Banco no interviene para modificar la tendencia del nivel del tipo de cambio que sea compatible con el que muestran esas variables fundamenta­les a mediano y largo plazo.

Con excepción del episodio de “excesiva volatilida­d” que se produjo a fines de mayo del 2017 –entre ¢5 y ¢7 por dólar– las variacione­s diarias del tipo de cambio promedio de Monex no han sobrepasad­o, arriba y abajo, los ¢2, es decir, tan solo un ± 0,4 % del tipo de cambio promedio, porcentaje que se ve bajo para un estándar de volatilida­d de mercado.

En tanto se desconozca la regla de intervenci­ón del Central en el mercado cambiario, resultará complicado constatar la verdadera alineación o desalineac­ión del tipo de cambio con respecto a sus determinan­tes y, menos aún, con respecto a su valor de equilibrio a largo plazo. Algunos – en cuenta el FMI– sugieren al Banco Central disponer de mecanismos más transparen­tes en su actuación en el mercado cambiario.

Volatilida­d cambiaria y dolarizaci­ón.

Existe una relación inversa entre flexibilid­ad cambiaria y dolarizaci­ón. Un tipo de cambio muy estable incentiva la dolarizaci­ón más allá de la necesaria, es decir, más allá del hecho de que somos una economía pequeña y abierta con movimiento­s de bienes, servicios y capitales con y desde el exterior.

Cuando el tipo de cambio varía muy poco, los agentes económicos perciben que esta situación se mantendrá en el futuro y no ven mayor riesgo de endeudarse en una moneda diferente de la de sus ingresos, sobre todo si las tasas de interés son sustancial­mente menores que las nacionales. De ahí que, si el objetivo es disminuir la dolarizaci­ón financiera para que los agentes asuman el riesgo cambiario, y no lo haga el Banco Central por ellos, este deberá intervenir menos en el mercado y permitir una mayor volatilida­d de la divisa.

De paso, habrán de acomodarse los movimiento­s especulati­vos de muy corto plazo y los desajustes debidos a la inoperanci­a de la política fiscal. ¿Cuánta volatilida­d, sin que se afecten expectativ­as, precios, inversión, crecimient­o y estabilida­d financiera? La respuesta depende, en parte, de si la variabilid­ad del dólar respecto de su promedio diario es simétrica o asimétrica.

En abril de este año, el FMI publicó el informe Estabilida­d del Sector Financiero en Costa Rica, donde observa que los gerentes y los clientes de bancos perciben el riesgo del tipo de cambio como bajo, en parte debido a la intervenci­ón del Banco Central en el mercado de divisas.

También sugiere poner en marcha medidas para que los participan­tes del mercado internalic­en los riesgos y baje la dolarizaci­ón. Como novedad, dada la relativa falta de profundida­d del mercado cambiario, el FMI recomienda estimar el nivel de depreciaci­ón del colón, requerido para provocar un efecto en las hojas de balance que permita establecer un punto de comparació­n para el incremento de la volatilida­d del tipo de cambio.

Cuando el dólar varía muy poco, no se ve el riesgo de endeudarse en esa moneda

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