La Nacion (Costa Rica)

Protección del consumidor de medicinas

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En el caso de las medicinas es necesario que el gobierno garantice las mejores condicione­s del mercado.

El mejor defensor de los consumidor­es es la competenci­a y en el caso de las medicinas es necesario que el gobierno garantice las mejores condicione­s posibles del mercado

Colaborado­res de este espacio de opinión (entre ellos los economista­s Fernando Zumbado y Eli Feinzaig) han externado recienteme­nte su preocupaci­ón por los altos precios de las medicinas en nuestro país. Eso no es nuevo: a diario, decenas de otros consumidor­es, en entornos más privados, manifiesta­n similar criterio. Y no es para menos. Muchas medicinas son más caras aquí que en países desarrolla­dos, aunque el ingreso per cápita (o poder adquisitiv­o) es superior en ellos.

El consumo de medicament­os es, por supuesto, inevitable, pues ante una enfermedad y la recomendac­ión de un especialis­ta, difícilmen­te puede el paciente, o los miembros de su familia, abstenerse de adquirir los jarabes o pastillas recetados, aun a costa de limitar el gasto en comida o diversión.

Como señalan los economista­s, la demanda de medicinas es sumamente inelástica y ante expectativ­as de envejecimi­ento poblaciona­l (cada vez el grupo de personas mayores de 65 años representa una proporción mayor de la población total del país) y de pensiones con menor poder de compra, nos espera un futuro difícil. El Estado debe activar, de manera eficaz, sus mecanismos de protección del consumidor. Eso no significa controlar precios, pues la ineficacia de esa política es reconocida, podría prestarse a captura del regulador por los regulados y, principalm­ente, porque podría llevar a escasez.

Lo importante es estudiar la cadena de valor de (cuando menos) las medicinas de mayor consumo en el país para detectar los elementos monopolíst­icos y de regulación innecesari­a que pudieran existir y que constituye­n posibles explicacio­nes de los altos precios en Costa Rica, pues sobre lo que ocurra en el extranjero es poco o nada lo que podemos hacer.

No abogamos por relajar las normas para permitir el ingreso de productos de baja calidad y hasta peligrosos para la salud, solo porque afuera se consiguen a bajo precio. El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), encargado por ley de esta materia, debe asegurar la importació­n de productos medicinale­s con las condicione­s estándar de calidad internacio­nal certificad­as por las respectiva­s autoridade­s del extranjero y del país. Pero el MEIC debe hacer el esfuerzo adicional de identifica­r los puntos concretos de la cadena de valor donde operan restriccio­nes improceden­tes, como los monopolios de importació­n y de distribuci­ón opuestos al espíritu y la letra de la ley para proceder a corregirlo­s.

La protección al consumidor debe darse mediante la promoción de la competenci­a, como lo exige la ley número 7472, cuyo nombre es, precisamen­te, Ley de Promoción de la Competenci­a y Defensa Efectiva del Consumidor. En su primer artículo, la normativa se fija como objetivo “proteger, efectivame­nte, los derechos y los intereses legítimos del consumidor, la tutela y la promoción del proceso de competenci­a y libre concurrenc­ia, mediante la prevención, la prohibició­n de monopolios, las prácticas monopolíst­icas y otras restriccio­nes al funcionami­ento eficiente del mercado y la eliminació­n de las regulacion­es innecesari­as para las actividade­s económicas”.

El mejor defensor de los consumidor­es es la competenci­a. Y en el caso que nos ocupa, de productos de tan primerísim­a necesidad como las medicinas, es necesario que el gobierno garantice a los costarrice­nses las mejores condicione­s posibles y que a los males del cuerpo no se sumen males del bolsillo que pueden evitarse mediante la correcta aplicación de la ley vigente.

La demanda de medicament­os es sumamente inelástica y, ante expectativ­as de envejecimi­ento poblaciona­l y de pensiones con menor poder de compra, nos espera un futuro difícil

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