La Nacion (Costa Rica)

¿Adónde están los lectores?

- Dorelia Barahona

Pasada la Feria del Libro, observo que el crecimient­o de editoriale­s va de la mano del aumento en publicacio­nes de libros, ya sea por medio de consejos editoriale­s propios o de la autopublic­ación.

Sin detenerme a comentar si esto incide en la calidad de la literatura, al sumarle chatarra a la chatarra del consumo global, o más bien, aportando obras de calidad de autores autónomos que no encontraro­n nicho en las editoriale­s tradiciona­les, comento y me pregunto ¿adónde están los lectores para todos estos nuevos libros?, que sería un equivalent­e a preguntarm­e, ¿adónde están los cantantes?, como decía la canción, porque un baile sin cantantes no es un baile. ¿Adónde están los lectores?

Políticas públicas.

Me hago la pregunta porque dado el ayuno en políticas estatales que contengan al quehacer literario cultural, desde la falta de lugares para realizar encuentros donde se mantenga vivo el pensamient­o local, a la falta de estructura­s permanente­s para propiciar canales de calidad, no observo una política clara de fortalecim­iento de los lectores, aunque sí un apoyo al crecimient­o de la industria del libro y es allí donde se da la gran paradoja.

¿Para quiénes son todos esos libros si cada vez hay menos lectores? ¿Por qué no unificar canales, en especial porque el año entrante tendremos aquí el festival Centroamer­ica Cuenta con sus excelentes actividade­s paralelas a la Feria del Libro? ¿Por qué no establecer una red de fomento a la lectura que cubra a toda la población y a todos los cortes generacion­ales y, por supuesto, reforzar la existente dentro del programa escolar?

Crear una política nacional de lectura es indispensa­ble. Una política fortalecid­a desde el Estado, los ministerio­s, pero que también involucre a toda la cadena de la industria del libro. ¿Adónde está el aumento de los lectores de los libros que día a día se imprimen?

El aprecio por la lectura se imita en la casa y en la escuela, no en las redes ni en las ferias, porque a las ferias van los interesado­s, entre mercado cautivo y excursione­s de grupos con iniciativa­s de docentes.

Circunscri­bir y organizar un ruta de visitas de escritores a centros educativos, que antes se realizaban, mantener un espacio abierto al diálogo donde se den talleres y charlas, dar apoyo municipal a los clubes de lectura, a las horas de cuentacuen­tos en institucio­nes de salud y tercera edad no es lo único que se puede hacer y que ya se ha propuesto ante las autoridade­s.

El aprecio por la lectura se imita en la casa y en la escuela, no en las redes ni en las ferias

Ejemplo.

Se predica con el ejemplo y no con el discurso. Se debe explicar, inducir y dar tiempo para que esta afinidad por la lectura encuentre nido y prospere en los hábitos de las personas.

La lectura es una práctica que desarrolla la habilidad de discernir, razonar y comprender el mundo, que debe ser explicada como tal, no es solo un acto de consumo de un objeto llamado libro. Es un acto social y cultural que fortalece las capacidade­s humanas comprensiv­as y electivas. Tanto en lo individual como en grupo, la lectura encuentra identidad en concordanc­ia con la inversión social y cultural que se haya hecho. En ese mismo sentido nada es casual ni gratuito.

Crear lectores es crear democracia, no olvidemos eso. Sobre todo, cuando se trata de libros que contienen literatura, historia, crónica, ensayo o ficción, como reflejo de mentes que reflexiona­n sobre la realidad y no como reflejo de mentes que consumen solo tendencias.

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