Liguistas sabrán si es viable hacer un nuevo estadio
▶ Socios del club conocerán estudios de factibilidad hechos por directiva
Diez meses después de que los socios de Alajuelense le dieron luz verde a la Junta Directiva para que procediera a efectuar un estudio sobre la viabilidad de vender el Estadio Alejandro Morera Soto y construir otro recinto, el sábado 22 de setiembre obtendrán esos informes. Ese día habrá una asamblea extraordinaria.
La primera convocatoria está citada para la 1 p. m. y el segundo llamado se dará a las 2 p. m., en el Gimnasio Multiusos Salvador Soto Indio Buroy, en el Morera Soto.
En la agenda se contemplan seis puntos y el último es justamente el informe sobre el acuerdo que tomaron el 25 de noviembre, cuando la mayoría de los socios aprobó que los directivos prepararan un proyecto con el estudio de factibilidad para que la Liga tenga otro estadio.
Como parte de ese mismo acuerdo, habían definido que los convocaran de nuevo para cuando tuvieran listos todos los estudios que contemplan la factibilidad económica, ambiental y el posible precio del inmueble. el tema de estructuras y levantamientos de ese tipo, pero que quedaba pendiente la tarea que se hizo estos meses, sobre ver cómo se financia el inmueble y de dónde saldrán los recursos.
Como parte del proceso, Alajuelense sacó una licitación en enero para recibir ofertas. Los manudos andaban en busca de un terreno que tuviera entre 4 y 8 hectáreas para el proyecto de construir el nuevo estadio.
Dicha licitación contenía 20 puntos específicos, como las características de un terreno que, obligatoriamente, tenía que estar en Alajuela, contar con un acceso fácil y rápido a una autopista nacional, con un recorrido máximo desde rutas nacionales de cinco kilómetros y acceso a calle secundaria en buen estado, preferiblemente asfaltada y con un ancho de ocho metros. También se pedía acceso a servicios básicos como agua potable, electricidad, teléfono e Internet, que el servicio de transporte público sea eficiente y hasta las 11 p. m. y que no haya restricciones de tipo ambiental que pueda poner en riesgo cualquier tipo de construcción, tomando en cuenta que ahí se efectuarían eventos públicos.
Además, la Liga pedía que ese terreno esté libre de gravámenes, anotaciones, al día con sus obligaciones y poseer planos y escritura.
■
Hay un común denominador entre los equipos de fútbol de la Primera División cada vez que prescinden de los servicios del director técnico.
Emiten un comunicado de prensa en el que dan a conocer que llegaron a un acuerdo con Perico de los Palotes, para que no sea más el timonel e, invariablemente, cierran la nota agradeciendo “la seriedad y el profesionalismo del señor De Los Palotes”.
Entonces, ¿por qué lo despiden?
Revisen ustedes, amables lectores (as), los archivos periodísticos y comprobarán lo que afirmo, o busquen en informaciones de los últimos días el comunicado emitido por Herediano, a raíz de la destitución de su estratega, Jaime de la Pava.
En realidad era difícil que el cafetero se pudiera sostener, a pesar de que el señor sabe de la materia. Sin embargo, no se le dieron los resultados y la paliza que sufrió el Team ante la Liga, fue la gota que colmó el vaso.
No había más remedio, el hombre tenía que dar el paso al costado.
El problema radica en que, como hemos escrito en distintas ocasiones, el hilo se rompe por lo más delgado y el razonamiento que prima entre los dirigentes es que es más fácil echar a uno, que a todos. Se ha incubado la idea de que quitar a un técnico y poner a otro funciona como la pomada canaria. Y, de verdad, a veces da resultado.
Quitan al titular, asume el asistente, o quien sea, y como por arte de magia, o por aquello de que toda escoba nueva barre bien, se ganan uno o dos juegos, pero después… “sigue Petra con calentura”.
Quitar a uno y poner a otro da el margen para paliar, momentáneamente, la frustración de la hinchada. No obstante, la medida de facto no alcanza para extirpar los males.
Quiere decir, entonces, que los dirigentes deberían abandonar la táctica de tomar decisiones radicales, solo para complacer a la grada.
En general, el entrenador de un plantel en crisis es la punta del iceberg, o sea, la parte visible de problemas con mar de fondo.
Una política sana tendría que ser aquella que, antes de decapitar al timonel, revise la estructura del club y siente responsabilidades a nivel de jugadores, de dirigentes y, claro está, del cuerpo técnico.
De lo contrario, quitan y ponen; la “escoba nueva” se jala un par de chiripas y después… “sigue Petra con calentura”.