Firmas eléctricas deben actuar contra muerte de animales
Directriz del Minae obliga a las compañías a modificar infraestructura para prevención Incumplimiento podría conllevar sanciones que incluyen hasta posibles penas de prisión
En Puerto Viejo de Talamanca, un oso perezoso perdió una extremidad al resultar electrocutado, mientras en Tamarindo, rescatistas tuvieron que “dormir” a un mono que sufrió una descarga eléctrica.
Estas historias se repiten cada día, especialmente en zonas costeras y áreas boscosas donde la infraestructura vial, inmobiliaria y turística ha crecido de forma acelerada.
Hasta ahora la problemática ha sido abordada por esfuerzos aislados de grupos de rescate, comunales y de algunas empresas de electricidad, pero sin que existiera una política integral de acción.
A finales de mayo anterior, el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) emitió una directriz de acatamiento obligatorio que obliga a las compañías que distribuyen y comercializan energía a colocar aislantes térmicos en el cableado y en los transformadores ubicados en postes.
La norma crea la Guía para la Prevención y Mitigación de la Electrocución de la Fauna Silvestre, donde se indica lo que deben hacer las ocho firmas que operan en el país, entre esas el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) y la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH).
Uno al día. Ante consultas de La Nación, 12 centros de rescate, sobre todo en zonas costeras, reportaron 230 casos de animales electrocutados en lo que va del año, es decir, casi uno al día.
La mayoría de los que sufren una descarga eléctrica mueren, y, si sobreviven, es usual que sufran la amputación de alguna de sus extremidades o bien, deben quedarse de por vida en los refugios por lo grave de las lesiones.
No obstante, la cifra de 230 es significativa, pues el Minae estima que son miles los animales silvestres electrocutados al año y si mueren, pasan desapercibidos, principalmente monos y osos perezosos, aunque también se reportan osos hormigueros, ardillas y pájaros.
Sanciones. Con la entrada en vigencia de la guía, en una primera etapa el Minae abrirá un diálogo con las electrificadoras para determinar cómo y en cuáles lugares iniciarán la implementación, detalló Shirley Ramírez, de la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad (Conagebio), del Minae.
Agregó que la primer reunión sería antes de finalizar setiembre y que la intención es delimitar una hoja de ruta.
Ramírez aclaró que, de no encontrar “buena voluntad” por parte de las empresas, el Estado tiene armas legales para obligarlas a cumplir la norma.
¿Qué viene? Además de utilizar aislantes en cableado y transformadores, la guía establece otras medidas, como la colocación de conos metálicos que impidan a los animales llegar al tendido eléctrico e instalar pasos aéreos para la fauna, así como realizar podas de árboles para evitar que utilicen las ramas para subirse a los cables, o bien, construir barreras perimetrales en los centros de interruptores y subestaciones de energía.
Las empresas también deberán registrar las averías por animales electrocutados con el fin de definir las zonas de atención prioritaria y calcular cuánto costará aplicar la guía y cómo se financiará.
De momento, en el diálogo participará la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), que analizará la posibilidad de que los gastos sean reconocidos a futuro en tarifas.
Otra opción es que la primera etapa se financie con ayuda de un organismo internacional.
Acciones aisladas. La nueva guía es recibida con positivismo por los centros de rescate y refugios, que por años han trabajado con escasos recursos y en solitario. “Sinceramente, no paro de recibir monos”, dijo Simona Daniele, fundadora de la Asociación SalveMonos, en Tamarindo, Guanacaste.
Ella lleva tanto tiempo en esa labor que puede reconocer a algunos monos por su cara y color de su pelo. “Como (desde) hace 10 años es el mismo desastre (…). Las líneas lo que hacen es “freír monos”, afirmó. Un 60% de los casos que recibe se deben a descargas eléctricas. La estadounidense Karol Allard llegó a Costa Rica en el 2008 y desde sus primeras semanas socorrió a un mono electrocutado. Desde entonces, ha ayudado a colocar unos 90 pasos de fauna aéreos en los alrededores de playa Hermosa, Guanacaste, y están a punto de instalar más en puntos críticos.
“Sinceramente pienso que a las empresas eléctricas sí les importa y que cada muerte le afecta a los empleados que tienen que venir a quitar los cuerpos”, aseguró Allard.
Para Vicki Coan, quien maneja el refugio de animales silvestres SIBU Wildlife Sanctuary, en Nosara, también en Guanacaste, la tarea es casi aplastante: “el cableado casi que les derrite la piel hasta el hueso. La gente tiene que estar consciente que es algo que pasa casi que a diario en las zonas costeras”.
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