La Nacion (Costa Rica)

Kipchoge impone fabuloso récord

▶ El Malacateco remontó un 3 a 1 en contra y ganó 4 a 3 el partido

- AFPEsteban Valverde esteban.valverde@nacion.com

BERLÍN. El keniano Eliud Kipchoge batió el domingo el récord mundial de maratón en Berlín con un tiempo de 2 horas, un minuto y 39 segundos.

En un primer momento los organizado­res habían comunicado un tiempo de 2:01:40 que luego fue modificado.

El récord anterior estaba en manos de otro keniano, Dennis Kimetto, que recorrió los 42.195 km en 2:02:57, en el 2014.

“Mi única palabra es ¡gracias!”, declaró Kipchoge tras cruzar la meta.

Tras el disparo de partida, Kipchoge se puso a la cabeza de la carrera, precedido solamente por los atletas que le servían de liebre durante la primera hora de carrera.

Con un paso liviano, el keniano fue aumentando poco a poco la ventaja sobre sus principale­s adversario­s y marcando tiempos parciales por debajo del récord de Kimetto.

Kipchoge se vio favorecido por el excelente estado del tiempo con una temperatur­a de unos 20º Celsius y la ausencia de viento.

Tras dejar en el camino a la última liebre, Kipchoge corrió en solitario los últimos 17 km.

En femenino, Gladys Cherono, de Kenia y quien ganó en el 2017, volvió a imponerse al cruzar la meta en 2:18:11.

AGIGANTA CRISIS DE EQUIPO DEL PELÍCANO EN GUATEMALA

Los ticos. En cuanto a los corredores costarrice­nses que participar­on en la prueba germana, Hibert Mora y Diana Bogantes culminaron como los más rápidos, en masculino y femenino.

Mora cruzó la meta con un tiempo de 2:26:14, ubicándose en el puesto 59 general. Mejoró su marca anterior, que era de 2:32 en Rotérdam.

El nacional quiere acercarse al tiempo de 2:18 o 2:19, que será el crono para poder estar en las justas de Tokio 2020.

Lo mismo busca Bogantes, quien fue la primera tica en acabar, luego de 2 horas, 50 minutos y 59 minutos. Ese es su mejor crono, pero la corredora de Umbali iba por menos.

Aun así, redujo en casi seis minutos su anterior marca.

■ Rónald La Bala Gómez y su club el Malacateco vencieron 4 a 3 al Municipal de Hernán Medford para dejarlo en una crisis de resultados, debido a que suma tres derrotas, un empate y solo una victoria en los últimos cinco partidos, en el torneo de Guatemala.

El resultado hizo que los medios chapines criticaran fuertement­e al plantel de El Pelícano, además de que según describió el diario Prensa Libre, la salida del costarrice­nse fue pedida por la afición.

“La afición roja, desesperad­a por los resultados y el funcionami­ento de su equipo en el Apertura 2018, volvió a pedir la salida del técnico Hernán Medford. ‘Fuera Medford’, se escuchaba en el recinto deportivo.

Municipal ha perdido en cuatro ocasiones en el actual certamen, además de tres triunfos y un empate, después de nueve jornadas disputadas”, se lee en la crónica del partido.

El resultado tuvo mucho peso para La Bala y sus hombres, porque ellos no solo se enfrentaro­n a Municipal, también tuvieron que superar varios obstáculos para enfrentar el partido.

Por ejemplo, por la situación económica del club, Gómez y sus jugadores tuvieron que viajar el mismo domingo en la madrugada a Ciudad de Guatemala. Los futbolista­s durmieron en el viaje de cinco horas.

Una situación que también llamó la atención fue que Municipal iba ganando 3 a 1; no obstante, al final lo perdió.

Mauricio Solís, asistente técnico de Medford, fue a la conferenci­a de prensa luego del duelo y evaluó lo sucedido.

“Es muy duro cuando suceden estas cosas inexplicab­les, yo no puedo dar una explicació­n de lo que sucedió. Hasta el minuto 70 íbamos ganando 3 a 1, pero luego se dieron cosas que uno no entiende: ¿por qué nos relajamos?, ¿por qué nos costó?

”(...) Los cambios creo que fueron los correctos, nosotros tomamos decisiones para no quedarnos con 10 hombres”, explicó Solís.

Él defendió el trabajo realizado por el cuerpo técnico, encabezado por Medford.

El Municipal se encuentra en el octavo puesto de la clasificac­ión con 10 unidades y pese a los malos resultados, está a tres unidades de la zona de clasificac­ión a la fase final.

La Naranja Mecánica puso en boga la analogía del equipo de fútbol con la máquina: cuestión de tuercas, poleas, pistones. Pero resulta que la analogía maquinista (el fútbol como máquina de guerra) no es, en realidad, la más feliz. Mucho más certero sería comparar a un equipo con un organismo viviente: la metáfora organicist­a o biologista.

Concebir el equipo more biologicum, como si de una planta o un animal se tratase. Tanto en la máquina como en el organismo las partes existen e interactúa­n en función del todo, y el todo es inconcebib­le sin el coordinado accionar de sus partes.

Así vistas las cosas, un equipo podría ser concebido como máquina tanto como organismo viviente. Pero entre la máquina y el organismo existen mil diferencia­s esenciales. Nos limitaremo­s a una de ellas. La máquina es incapaz de autosanars­e, del proceso de autopoiesi­s (Goodwin, Maturana y Varela: la planta absorbe el dióxido de carbono y lo transforma en oxígeno: se sana a sí misma, al tiempo que sana su entorno). La disfunción de una parte acarreará la disfunción de otra, que a su vez entrabará a una tercera, hasta el colapso total del aparato. Una turbina no puede correr “al rescate” de su compañera que quizás se incendió o detuvo en pleno vuelo.

Lo propio del organismo humano es su capacidad para autorregen­erarse, autosanars­e. Si un riñón no funciona, el otro redoblará su trabajo a fin de filtrar la sangre. Existe, entre los órganos vitales del cuerpo humano una relación de solidarida­d (el término debe ser entendido por analogía, no en su estricto sentido ético). Los demás órganos redoblarán su trabajo para suplir el déficit del órgano enfermo, cualquiera que este sea. La máquina es incapaz de este proceso. No se autoproduc­e, no se autosana, y como decíamos, la disfunción de una parte suele acarrear la disfunción de las demás, hasta la potencial catástrofe.

Un equipo de fútbol funciona según el paradigma biológico del organismo, y no según el paradigma mecanicist­a. Si un volante está cumpliendo con su función deficiente­mente, sus compañeros redoblarán el trabajo a fin de compensar la debilidad, y el equipo se autoequili­brará en su accionar colectivo.

Un equipo de fútbol es un organismo capaz de autorregul­ación.

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AFP Eliud Kipchoge a su llegada a la meta. El keniano rompió el récord del mundo ayer.

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