La Nacion (Costa Rica)

La irracional­idad del gasto público

- Jorge Woodbridge

El sector público lo conformaba­n, hasta 1900, apenas 39 institucio­nes, 32 de las cuales eran municipios. En 1950, creció a 100 institucio­nes y en el 2000 ya teníamos 300. En la actualidad, suman 332, todas ellas con graves problemas de coordinaci­ón y objetivos, productivi­dad, y deben reinventar­se o cerrarse algunas en la era tecnológic­a y de innovación que estamos viviendo.

Es impresiona­nte la cantidad de institucio­nes que conforman nuestro gigante sector público, cuyo presupuest­o anual es superior a ¢29 billones. Es decir, el 73,3 % del producto interno bruto (PIB). Un sector público que acumula una deuda de ¢23,2 billones (66,5 % del PIB), superando, así, el límite natural del 60 %. Su crecimient­o fue de un 11 % en el último año debido al endeudamie­nto del Gobierno Central de un 17 % en el mismo periodo (junio del 2017 a junio del 2018).

Ese aumento fue causado por el “hueco financiero” de ¢600.000 millones dejado por la administra­ción Solís Rivera, que obligó al Ministerio de Hacienda a cancelar sin presupuest­o asignado.

Los ingresos corrientes del Gobierno Central bajaron este año a una tasa de 1,5 % en el primer semestre del 2018 contra un 7,3 % en el 2017. Los ingresos tributario­s, conformado­s principalm­ente por impuestos sobre la renta, las ventas, los combustibl­es, el consumo y los servicios aduaneros, se prevé que se contraerán un 4 %, que significar­án ¢90.000 millones menos que en el 2017.

La disminució­n de ingresos se explica por menores importacio­nes y, en general, por la pérdida de dinamismo de la economía debido a la gran incertidum­bre existente con respecto a la aprobación de la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas y a la falta de ajuste en los disparador­es del gasto público.

Es preocupant­e cómo, a junio del 2018, el financiami­ento del Gobierno Central creció a una tasa del 25,2 %, alimentand­o una deuda interna que crece como una bola de nieve.

CCSS. Además de una deuda pública creciente, el gobierno no ha presupuest­ado el 1,24 % que le correspond­e pagar como contribuci­ón estatal al seguro de pensiones. Contribuci­ón que este año ascenderá a ¢130.000 millones y seguirá creciendo de no encontrar una salida al grave problema fiscal.

El gobierno debe contribuir con el 1,24 % hasta el 31 de diciembre del 2019, obligación impuesta desde agosto del 2016. ¿Cómo se financiará el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) ante esta nueva realidad financiera? ¿Aumentará la cuota de los trabajador­es, que actualment­e es un 2,84 % o la de los patronos, que es un 5,08 %?

El más reciente estudio de la Escuela de Matemática de la Universida­d de Costa Rica advierte claramente a la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) que debe tomar medidas, entre ellas, aumentar la edad de retiro, revisar los beneficios y el monto de las cuotas, para evitar que el IVM caiga en crisis en el 2030.

El IVM cuenta con 1,5 millones de trabajador­es afiliados y paga a alrededor de 245.000 pensionado­s, pero la situación es muy compleja, debido a que nuestra población es más longeva y la sostenibil­idad financiera se hace cada vez más precaria.

Para salvar financiera­mente el IVM, se requiere tomar medidas heroicas a corto plazo, tales como inyectarle nuevos recursos del Fondo de Asignacion­es Familiares (Fodesaf) y del Banco Popular.

Recordemos que el gobierno, por otro lado, tiene una deuda de ¢750.000 millones con el Seguro de Enfermedad y Maternidad. ¿Cuál es el futuro de la CCSS si no encuentra nuevos recursos? ¿Qué va a pasar con los fondos de inversión de la CCSS en bonos del Gobierno? No cabe duda de que la situación fiscal afecta seriamente la estabilida­d y sostenibil­idad de la CCSS. Está claro que el deterioro fiscal del Gobierno golpeará al régimen de pensiones de la CCSS y los servicios de salud de la población trabajador­a.

Transferen­cias. De un presupuest­o del Gobierno de ¢9,62 billones en este año, ¢6,74 billones son para transferen­cias, de las cuales el 54 % correspond­e a transaccio­nes dentro del sector público. Transferen­cias que van a institucio­nes descentral­izadas, órganos desconcent­rados, empresas públicas no financiera­s, gobiernos locales, el IMAS, el PANI, las universida­des, la Asamblea Legislativ­a, la Corte Suprema de Justicia y la Contralorí­a, entre otras.

Es importante destacar que mientras las transferen­cias corrientes crecieron un 6,8 % en el 2018, las transferen­cias de capital disminuyer­on un 13 %, lo cual evidencia un estrujamie­nto preocupant­e en la inversión ante la crisis fiscal. Los principale­s receptores de transferen­cias son las pensiones con cargo al presupuest­o, el FEES y la CCSS. El pago a la CCSS va en aumento conforme crece la masa salarial de los diferentes sectores.

Llama mucho la atención ver cómo los diputados aprueban leyes sin analizar costos y beneficios. Este año deben transferir­se recursos adicionale­s al PANI (41 %) y Fonabe (32 %), sin medir la capacidad de ejecución y el cumplimien­to de las metas. Por otra parte, disminuyer­on las transferen­cias a las juntas de educación y al Conavi. Las transferen­cias a la educación superior este año son el 1,6 % del PIB, lo que equivale al 86 % del presupuest­o asignado a la educación secundaria, la técnica y la académica juntas. ¿Estará correcta la prioridad teniendo tantos problemas de calidad, infraestru­ctura y deserción en primaria y secundaria? ¿Es preocupant­e que no existan límites al giro de recursos al FEES para obligar a las universida­des a buscar nuevos fondos en estudiante­s que tienen recursos porque provienen de colegios privados? Es fundamenta­l que las universida­des públicas se preocupen por generar nuevos ingresos con la venta de servicios a terceros.

Es muy serio que las institucio­nes no tomen conciencia de la gravedad de la situación fiscal que obliga al gobierno a financiar casi el 60 % de los gastos con más deuda. No puede ser que sigamos sacrifican­do los gastos de capital del Gobierno Central, que apenas alcanza el 1 % PIB en el 2018.

Gasto social. Si no se produce un incremento de los ingresos fiscales, es posible que en el 2019 debamos recortar el gasto en educación, protección social, salud y otros. Este año el presupuest­o en el campo social es de ¢4,5 billones, de los cuales un gran porcentaje no va directamen­te a los beneficiar­ios, debido al enjambre de institucio­nes, leyes y procedimie­ntos creados, aparte de la duplicació­n de funciones y la falta de identifica­r la población más vulnerable.

Es lamentable que, a pesar del gran esfuerzo financiero del Estado, no hayamos logrado reducir la pobreza. La Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas concentra el 80 % de los ingresos en el 20 % de quienes tienen más recursos. Es una ley que aumenta los controles para evitar la evasión y la elusión, da mayor trazabilid­ad, crea disciplina en el gasto, convierte el impuesto de ventas en uno al valor agregado (IVA) que afecta a bienes y servicios, modifica la ley de salarios de la Administra­ción Pública y establece una regla fiscal.

Este proyecto generará un 1,8 % del PIB en el 2019, de ser aprobado en los meses de octubre y noviembre. No queda mucho tiempo y los sindicalis­tas serán los menos afectados. Todo lo contrario, sin el paquete tributario difícilmen­te el Gobierno podrá pagar salarios y, posiblemen­te, tampoco hacer frente a las obligacion­es con los tenedores de la deuda pública. Estamos en una encrucijad­a y la fiesta debe acabarse en pensiones de lujo y salarios crecientes, debido a los más de 121 pluses existentes.

Es hora de analizar con urgencia todo el sector público y racionaliz­ar su tamaño. Midamos su eficiencia y hagamos una reingenier­ía. Busquemos salidas a una crisis que afectará más a los que menos tienen porque generará más desempleo.

Es lamentable que, a pesar del esfuerzo financiero del Estado, no se reduzca la pobreza

 ?? ISTOCK ??
ISTOCK
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica