La Nacion (Costa Rica)

Doña FIFA impone su ley

- Amado Hidalgo PERIODISTA hidalgo.amado36@gmail.com

Una empresa que ha pecado de corrupta, como la FIFA, es tan poderosa que puede torcerle el brazo a cualquier poder de cualquier país del mundo. Lo acaba de hacer con Guatemala, castigada desde el 2016 y rehabilita­da el 31 de mayo anterior.

Como en muchos países, los actos de corrupción denunciado­s por la justicia de EUA, no por la FIFA, hicieron que esta nombrara un Comité de Normalizac­ión, para realizar cambios en los procedimie­ntos y estatutos de la FEDEFUT.

Pero en octubre del 2016, un grupo de dirigentes guatemalte­cos hizo una asamblea y, amparado en la Ley del Deporte, convocó a elecciones y nombró un nuevo Comité Ejecutivo. Brincó la FIFA y castigó a la Federación.

“Las leyes de Guatemala nos dan el derecho de organizar nuestras propias elecciones”, alegaron los directivos en oposición a la FIFA. Todas las asociacion­es y federacion­es chapinas utilizan la Ley del Deporte para nombrar y cambiar a sus dirigentes. Todas, menos el fútbol.

¿Quién le dio tanto poder a doña FIFA? Nadie. No hay un tratado, un pacto o una ley superior que explique esto: una entidad privada puede más que todo el arsenal de leyes de una nación.

¿Y si no le gusta? Pues entonces bájese del barco y haga su propio Mundial. De bolinchas, segurament­e. Unos señores que viajan en primera clase todo el año, ganan viáticos y salarios millonario­s, se alojan en lujosos hoteles y cenan a cuerpo de rey, a costa de quienes gustamos del fútbol, imponen sus reglas sin derecho a chistar.

Los señores de Zúrich no quedaron satisfecho­s con la propuesta de renuncia de los “usurpadore­s del poder”. Para evitar que ocurra en el futuro, FIFA puso como requisito que el Congreso del país reformara la Ley del Deporte, a fin de que la legalidad de los nuevos estatutos quedara garantizad­a.

Los diputados hicieron caso y en marzo anterior excluyeron al fútbol como único deporte no tutelado por el Estado. Ahora sí, la incólume señora del fútbol pidió la cabeza de los insurrecto­s y, una vez decapitado­s, la reintegró en sus derechos como afiliada.

La soberanía de un país se va a un carajo porque Infantino baje el pulgar. Los gobiernos pueden y deben auxiliar al fútbol, en la tesis de FIFA. Pero no involucrar­se para poner orden, pedir cuentas u organizar el juego. ¡Jamás! Para eso está la mama sapiente y correcta que vela, desde Suiza, con un ojo abierto y la lanza en ristre, para que nada ni nadie ensucie su impecable negocio.

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