La Nacion (Costa Rica)

Demasiados impuestos

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Cuatro tributos generan el 86 % de los ingresos y los demás solo producen el 14 % de la recaudació­n, a un alto costo.

Los esquemas tributario­s deben obedecer a cierta lógica. El ideal es que contengan pocos impuestos, fáciles de administra­r y con alto rendimient­o en la recaudació­n. Además, no deben atentar contra el crecimient­o económico. La Dirección General de Tributació­n no debe verse obligada a mantener un ejército de funcionari­os para cobrar muchos tributos de limitado aporte porque el esfuerzo podría resultar más caro que lo recaudado, aun sin considerar el costo asumido por los contribuye­ntes para cumplir sus obligacion­es.

El esquema tributario costarrice­nse no sigue la lógica descrita. Como recién lo informamos, cuatro tributos generan el 86 % de los ingresos y los demás solo aportan el 14 %, a un alto costo (“Mayoría de 30 impuestos existentes aportan muy bajos montos al Gobierno”, La Nación, 2/10/2018).

Los sistemas tributario­s se debilitan por la presión de grupos específico­s con derecho a porciones de la recaudació­n de determinad­os impuestos. Así, por ejemplo, en Costa Rica opera un impuesto de ¢1,50 por cada caja de banano exportada, cuyo simple registro quizás cueste más. Existe porque pocos lo han notado y, ciertament­e, porque financia a una unidad del Ministerio de Salud. El timbre de educación y cultura, que en el 2016 aportó en términos brutos ¢508 millones, tiene por beneficiar­ias a las universida­des estatales y al Museo Nacional. En términos netos –es decir, cuando a lo recaudado se le deduce el costo de administra­rlo y de repartirlo– probableme­nte tenga un rendimient­o negativo.

Además, este tipo de impuestos con asignación automática obliga al Ministerio de Hacienda a transferir recursos presupuest­arios escasos a determinad­as entidades públicas sin sujeción a una escala de prioridade­s.

Según la contralora general de la República, Marta Acosta, “podríamos simplifica­r el sistema tributario y dejarnos los impuestos que realmente generan recaudació­n porque hay muchos y el costo operativo, el costo de administra­rlos, es quizá más alto que el beneficio generado”. Tiene razón, pero ¿quién va a tomar la iniciativa de corregir el estado de cosas?

El Estado costarrice­nse debería concentrar­se en recaudar los cuatro impuestos que más recursos aportan y solo debería administra­r tributos pequeños cuyo fin sea controlar externalid­ades negativas, como la contaminac­ión. Los demás deben eliminarse de un plumazo, aunque para ello sea necesario enfrentar alguna reacción temporal de los beneficiar­ios de los destinos específico­s. En consecuenc­ia, el Ministerio de Hacienda podría reducir el tamaño de la planilla de Tributació­n Directa. Además, Tributació­n podría administra­r de mejor forma el nuevo esquema y, entre otras cosas, trabajar con más eficiencia en el control de la evasión.

El país no puede –por pereza, ignorancia o temor a las posibles reacciones– abstenerse de jugar en las ligas mayores, por ejemplo, en la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), que aplica las mejores prácticas en esta materia. Ojalá entre las condicione­s para el ingreso a la OCDE hagamos una reforma tributaria cuyo fin no sea eminenteme­nte fiscalista, recaudator­io, sino que dote al sistema de racionalid­ad.

Si el Ministerio de Hacienda toma esa iniciativa, segurament­e contará con el apoyo de la Contralorí­a General de la República y, ciertament­e, de la ciudadanía. Eliminar los impuestos irracional­es por su bajo rendimient­o es también una medida de simplifica­ción de trámites que mejora la competitiv­idad del país y el bienestar de sus ciudadanos.

Cuatro tributos generan el 86 % de los ingresos y los demás solo el 14 %, a un alto costo

El Estado debería administra­r únicamente tributos pequeños cuyo fin sea controlar externalid­ades negativas, como la contaminac­ión

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