La Nacion (Costa Rica)

Creyente contra el aborto

- Gerardo Torres González

En el artículo de opinión publicado por

La Nación bajo el título “La normalizac­ión del aborto”, escrito por Françoise Girard, presidenta de la Internatio­nal Women’s Health Coalition, desde el planteamie­nto inicial se tipifica el aborto como algo muy bueno para la madre, escondiend­o que no es un remedio, sino un mal. No es algo que pueda considerar­se correctivo, sino destructiv­o, porque el niño de la mujer –que ella menciona como Elizabeth– también murió y no es tomado en cuenta.

Girard dice que si el proyecto de ley “se hubiera aprobado (en Argentina), Elizabeth podría estar viva hoy”. En otras palabras: la mamá hubiese podido acabar con la vida de su hijo y ella, tal vez, no habría sufrido daño físico alguno. Se intenta defender la salud de las mujeres, pero soslayando el asesinato de un ser indefenso.

Yo lloro y oro todos los días por los niños abortados por sus madres, así como por las secuelas físicas y sicológica­s que acarrea un aborto. Una mujer que desecha a su hijo, creo yo, no deja de ser madre porque se convierte en una madre que asesinó a su hijo antes de nacer.

Abortar es asesinar, y no está bien hacerlo. Decía el papa Pío IX: “Lo que está mal, está mal aunque todo mundo lo haga, y lo que está bien, está bien aunque nadie lo haga”.

Por supuesto que los abortos ocurren en todos los países y en todos los estratos sociales, pero eso no significa que esté bien, como no está bien asaltar, robar o estafar. El hecho de que sean frecuentes no justifica su legalizaci­ón. Víctimas inocentes. Después de la aprobación de las leyes de aborto en España, al menos el 87 % de las interrupci­ones de los embarazos se han producido porque los niños nacerían con síndrome de Down. La gente se basó en que el “producto venía defectuoso”, como si se tratara de una producción fabril. Esas personas se privaron de experiment­ar uno de los amores más puros de la tierra, un amor incondicio­nal, un amor sin medida. Los niños con síndrome de Down no ponen condicione­s para amar.

“El aborto es un procedimie­nto seguro, que se convierte en peligroso cuando está legalmente restringid­o”, dice Girard, pero un aborto siempre es asesinato.

La autora expone, además, que “la lucha por el aborto tiene siglos de antigüedad” y cita sociedades e imperios que cayeron precisamen­te porque transgredi­eron la moral, la ética y sus propias leyes. Una sociedad que intenta matar a sus miembros está en guerra, pero cuando intenta matar a los miembros que no pueden defenderse es una atrocidad.

Los creyentes como yo no somos ignorantes. Las mentes más brillantes de la tierra han sido cristianos, somos gente de amplia formación académica, pero, sobre todo, con valores éticos y morales irrenuncia­bles. Por eso defendemos que los niños no sean asesinados.

“Cuando se despenaliz­a el aborto, las tasas de mortalidad disminuyen y las lesiones maternas desaparece­n”, esa conclusión es falsa, puesto que en cada aborto muere el niño y las secuelas de las madres que abortan permanecen a lo largo de su vida.

Los creyentes estamos alentados a defender la vida por el simple hecho de que se merece vivir, independie­ntemente de condición económica, física o mental. El principio fundamenta­l en toda sociedad es el derecho a la vida. Defensa. Efectivame­nte, la oposición más feroz al derecho al aborto tiene su origen en la Iglesia católica, y doy gracias a Dios por ello, porque orgullosam­ente, soy parte de ese grupo que la autora considera equivocado.

Los católicos defendemos la vida porque es un mandato de Dios, porque la vida de un ser que no se puede defender requiere de personas valientes que hablemos por ellos, también en agradecimi­ento a nuestros padres que decidieron decirle sí a la vida y por eso estamos vivos, procreamos y somos felices.

A Françoise Girard, le pido que no hable de los niños que están en el vientre de una madre como si no fueran personas, le pido que modifique sus estadístic­as incluyendo las muertes de los pequeños a manos de sus progenitor­es. Le pido que investigue acerca de las secuelas que dejan este tipo de asesinatos, no solo en la madre, sino también en todo su entorno familiar.

Yo tengo seis hijos, y cada uno de ellos es una bendición de Dios para mi vida. Espero que Girard haya sido una bendición para sus padres y sea una bendición para sus hijos.

La interrupci­ón voluntaria del embarazo debe considerar­se un hecho destructiv­o

 ?? SHUTTERSTO­CK ??
SHUTTERSTO­CK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica