Romero y Pablo VI ya son santos de la Iglesia
→ El Salvador pasó en vela para seguir la ceremonia y las campanas tañeron
CIUDAD DEL VATICANO. AP Y AFP. - El papa Francisco encabezó ayer la canonización de dos grandes personajes de la Iglesia católica en el siglo XX.
Se trata del papa Pablo VI, quien supervisó la modernización de las reformas de la Iglesia en la década de 1960, y del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, emblemático defensor de los derechos humanos que fue asesinado al abogar por los pobres de El Salvador.
Como señal de la gran influencia que ambos hombres tuvieron en el primer papa latinoamericano, Francisco celebró la misa de canonización usando el cíngulo manchado de sangre que Romero llevaba cuando fue asesinado a tiros en 1980.
También portaba el báculo, cáliz y estola de Pablo VI.
Mientras el Pontífice celebraba la misa, los retratos de los dos hombres ondeaban colgados en las galerías de la basílica de San Pedro, junto con los de otras cinco personas que también iban a ser canonizadas en el oficio.
La intención de este signo es mostrar a los jóvenes que gente de todo tipo puede alcanzar la santidad.
Entre 5.000 y 7.000 salvadoreños realizaron una peregrinación a Roma para observar la ceremonia, mientras que miles de personas más se desvelaron toda la noche para verlo en televisores afuera de la catedral de San Salvador, donde yacen los restos de Romero.
Profeta. En su homilía, Francisco calificó a Pablo VI como “profeta de una Iglesia que se abrió al mundo” a fin de cuidar de los pobres.
El papa Pablo VI fue “el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres”, declaró.
“Es hermoso que junto a él (Pablo VI) y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”, añadió suscitando aplausos y ovaciones.
Como parte de la solemne actividad, el Papa también elevó a los altares a la monja Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, quien nació en Madrid, pero realizó su mayor labor religiosa en Bolivia.
Los seguidores bolivianos de la madre Nazaria Ignacia celebraron su canonización con velas, incienso, oraciones y una misa la madrugada del domingo en una iglesia en el departamento de Oruro.
Como integrante de la orden Hermanitas de los Ancianos Desamparados, durante más de 12 años, la religiosa se dedicó al cuidado de los adultos mayores en esa ciudad.
Por otra parte, Francisco canonizó en la misma ceremonia a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kasper y al laico Nuncio Sulprizio.
Reivindicación. La canonización del arzobispo Romero (1917-1980) en el Vaticano, donde contó con numerosos enemigos, reivindica también la figura de un obispo que fue perseguido, humillado y amenazado, incluso por la propia curia romana, que intentó por años bloquear el proceso.
“Esta canonización es muy importante porque se trata de una persona justa, que la merece, porque vivió en tiempos de guerra y murió de una manera atroz”, comentó emocionada la salvadoreña Marta Rodríguez de Orellana, quien reside desde hace dos años en Milán, en el norte de Italia.
Todas las campanas de las iglesias de El Salvador redoblaron el domingo para recibir a su primer santo, San Romero de América, como muchos salvadoreños ahora llaman a monseñor Romero.
Los actos desataron una gran celebración nacional en el país centroamericano que incluyó peregrinaciones, vigilias y concentraciones de creyentes en las calles siguiendo la misa de canonización en vivo desde el Vaticano.
■