Estonia y la transformación digital de Costa Rica
El gobierno lanzará esta semana la Estrategia de Transformación Digital para la Costa Rica del Bicentenario “para potenciar el desarrollo socioeconómico del país y obtener una mejor calidad de vida”. Ese es un gran desafío y Costa Rica bien podría mirar la experiencia de Estonia como una guía para construirla, con una participación amplia de la sociedad.
Costa Rica y Estonia comparten una serie de similitudes: son naciones relativamente pequeñas: Estonia posee una superficie de 45.200 kilómetros cuadrados y una población de 1,2 millones; Costa Rica, por su parte, cubre una superficie de 51.100 kilómetros cuadrados y cuenta con una población de 5 millones, con elevados niveles de capital humano, integrados a la economía global y una necesidad imperiosa de conectarse internamente para mantener su cohesión e identidad.
En los años 90, ambos países tenían un ingreso per cápita comparable: $8.961 Costa Rica y $11.362 Estonia, a precios constantes de paridad de compra. Pero algunas cosas pasaron en esos años y esa brecha se amplió.
En 1991, tras su independencia de la antigua Unión Soviética, Estonia se encontró en una situación de limitados recursos financieros que impulsó al gobierno a cambiar su modelo económico y a actuar de manera más eficiente.
Así, a mediados de los 90, el país inició un proceso planificado y continuo de apoyo a la innovación y desarrollo digital que en 20 años lo ha posicionado a la vanguardia de la agenda digital mundial y ha sido el motor para su desarrollo económico y social. Actualmente, Estonia goza de un ingreso per cápita de $29.481, casi el doble que Costa Rica, que alcanza un ingreso per cápita de $15.525.
Detrás del milagro.
Aquí van algunos hitos de la transformación digital en Estonia: prácticamente todos los trámites en papel han desaparecido, registrar una empresa en línea requiere de tan solo 18 minutos, el 96 % de la población cuenta con ID electrónico, los ciudadanos tienen una ficha médica electrónica y reciben recetas médicas de esa de manera y el uso de la firma digital está generando ahorros equivalentes al 2 % del PIB.
Todo eso implica, también, una fuerte penetración del acceso a Internet: el 88 % de la población entre 16 y 74 años la utiliza y el 100 % de las instituciones gubernamentales y de los municipios están conectados a la red mundial.
Toomas Ilves, presidente de la República de Estonia desde el 2006 hasta el 2016, fue el principal impulsor de estos cambios. En su primera visita a Costa Rica, compartió con autoridades gubernamentales, funcionarios públicos, sector privado y académicos su visión de transformación digital y las lecciones de su país.
Su mensaje en el marco del lanzamiento de la Estrategia de Transformación Digital hacia la Costa Rica del Bicentenario es claro: la digitalización es un instrumento clave, no solo para ganar en eficiencia en la gestión pública, sino también para mejorar la transparencia y reducir la corrupción.
Sin duda, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son uno de los ejes principales de la competitividad y de la mejora en la provisión de servicios. El acceso y uso de estas tecnologías, tanto en el gobierno, como en las empresas privadas, la academia y por la sociedad civil, es fundamental para avanzar en cerrar las brechas de desarrollo entre la región y un mundo que avanza rápidamente hacia la transformación digital.
En los últimos años, Costa Rica ha escala posiciones en materia de transformación digital y ya se ubica entre los 10 países más avanzados en gobierno digital en América Latina y el Caribe, de acuerdo al ran- quin del 2018 de la medición de gobierno electrónico efectuado por las Naciones Unidas. Sin embargo, el país enfrenta una doble brecha que lastimosamente se está ampliando: la externa, con respecto a otros países líderes como Estonia, y la interna, entre quienes tienen acceso a infraestructura y conocimiento digital y quienes están quedando al margen. De allí que la estrategia digital que se lanzará esta semana sea imprescindible.
El BID continuará colaborando con el país para apoyarlo a posicionarse como uno de los líderes en el aprovechamiento de las tecnologías digitales con el fin de tener una sociedad más próspera y cohesionada y un Estado más transparente y eficiente.
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Estonia se ha posicionado en 20 años a la vanguardia de la agenda digital mundial