La Nacion (Costa Rica)

Un entorno variopinto

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El que la inflación de los Estados Unidos no se dispare es una buena noticia para las economías como la nuestra.

El entorno donde se mueve la economía costarrice­nse, altamente abierta al comercio y a las corrientes financiera­s internacio­nales, se ha tornado variopinto. La época de tasas de interés, precios del petróleo y otras materias primas bajos tiende a pasar. A factores negativos, como los señalados, se agregan al menos dos positivos: el crecimient­o favorable de la economía de los Estados Unidos y el de la Unión Europea, importante­s socios comerciale­s de Costa Rica.

En efecto, el convenient­e crecimient­o de los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, es una señal positiva porque nos beneficia por el lado de las exportacio­nes. También lo es el crecimient­o de las economías de la zona del euro. En el caso de Centroamér­ica, la precaria situación de Nicaragua no deja de ser preocupant­e.

Pero es el propio crecimient­o sostenido del producto interno bruto (PIB) de los Estados Unidos, calculado para este año en alrededor del 2,9 %, porcentaje alto para esa economía, el que ha llevado al Banco de la Reserva Federal (Fed) a adoptar una política de tasas de interés crecientes, pues calcula que la economía estadounid­ense no necesita ya apoyo por esta vía y, más bien, que lo que se requiere es controlar posibles tendencias inflaciona­rias.

El que la inflación de los Estados Unidos no se dispare es una buena noticia para las economías que, como las del Istmo centroamer­icano, compran muchos bienes y servicios a ese país, pues implica que parte del componente importado de su inflación doméstica no será elevado. Pero, como veremos, el incremento en la tasa de interés sí es altamente preocupant­e.

Las tasas de interés (precio del crédito) de los Estados Unidos, una economía grande, integrada al comercio internacio­nal y considerad­a muy segura para efectos de inversión, mueven prácticame­nte las de todo el mundo. Si comienzan a crecer, como se prevé, muchos flujos financiero­s se dirigirán a ese país y fortalecer­án (encarecerá­n) el dólar. Para mantenerse en el nivel de dichos flujos, las economías emergentes también tendrán que elevar sus tasas de interés domésticas. No es improbable que en muchos casos eso no constituya suficiente estímulo y que los flujos financiero­s, y hasta de inversión extranjera directa (IED) hacia países como los de América Latina, se reduzcan en el futuro cercano.

El encarecimi­ento del crédito contraerá las inversione­s productiva­s y elevará el costo de producción en las respectiva­s economías.

Una reducción en los flujos financiero­s y la IED, unida a un dólar más caro, pondrá presiones sobre las balanzas de pagos de los países afectados, lo cual los obligará a ajustar internamen­te sus economías o a ver elevarse sus tipos de cambio.

Si además de eso, el precio de productos como el petróleo y sus derivados se encarece, el costo del transporte también subirá y los países que son importador­es netos de esa materia, como el nuestro, se verán en dificultad­es.

El escenario descrito es el que más probableme­nte se materializ­ará en el futuro cercano y, por tanto, nuestro país debe estar preparado para enfrentarl­o de la mejor manera. Las medidas que la situación prevista exige son de varios tipos. Por un lado, están las destinadas a estimular las exportacio­nes (por ejemplo, removiendo obstáculos de naturaleza burocrátic­a y de pobre infraestru­ctura física, así como permitiend­o que el valor de la divisa obedezca a las fuerzas del mercado). Por otro, es necesario reducir el tamaño del déficit fiscal y, por ende, al menos evitar que el endeudamie­nto público continúe creciendo porque la carga de intereses será cada vez más pesada.

También, el gasto público debe obedecer a claras prioridade­s y todos los actores (entre ellos rectores de universida­des públicas) deben abstenerse de gastar en propósitos de baja prioridad social para, más bien, liberar recursos presupuest­arios que permitan reforzar la red de seguridad social ante un entorno que, como hemos mostrado, aunque variopinto, tiende a tornarse más difícil en el futuro cercano.

El que la inflación de los Estados Unidos no se dispare es una buena noticia para las economías como la nuestra

Pero el incremento en la tasa de interés sí es altamente preocupant­e

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