Comparsa brumosa salvó a Chope de insultos
Previo al juego, saludó a todos los integrantes del banquillo brumoso y se dispuso a tomar su puesto en la trinchera florense. Lo esperaba una comparsa, la misma que sería su escudo ante los insultos.
Era el regreso de Paulo Wanchope a su antigua casa, en una noche fría, lluviosa. La comparsa le puso un poco de calor. Tocó con intensidad y hasta subió el volumen cuando algún jugador llegaba al banquillo a recibir indicaciones o algunos seguidores querían insultar al estratega.
Con el gol brumoso, Wanchope ni se inmutó. Abrió la botella de agua y le dio un sorbo. Se cruzó de brazos.
No se sentó ni un solo minuto en todo el compromiso. Lo vivió a flor de piel. Su reacción en el gol florense fue la misma que ante el tanto blanquiazul. Solo tomó agua y ya.
En el inicio del segundo tiempo, también fue el último en salir a la grama natural del Fello.
Para su fortuna, la gradería a sus espaldas estaba casi vacía, sobre todo cuando la afición brumosa lo vio festejar con el puño el segundo gol florense.
Luego se vino el desquite. Dos dardos cartagineses pusieron los ánimos a tope. La afición tuvo su revancha como el vestuario blanquiazul.
Chope tragó grueso. Aunque esa afición un día lo apoyó a muerte, ahora vio cara a cara cómo sepultó su aspiración.
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