La Nacion (Costa Rica)

Atención de la salud mejorará con la revolución digital

Los proveedore­s de atención médica pueden capacitars­e mediante teléfonos inteligent­es

- ANN AERTS es la directora de la Fundación Novartis. Ann Aerts y Harald Nusser HARALD NUSSER es director de Novartis Social Business. © Project Syndicate 1995–2018

BASILEA – En su reciente y exitoso libro Factfulnes­s, el ya fallecido experto en salud mundial Hans Rosling muestra que horrores tales como los desastres naturales, los derrames de petróleo y las muertes en el campo de batalla siguen una clara tendencia descendent­e, mientras que la productivi­dad de las cosechas, las tasas de alfabetism­o y otros indicadore­s de desarrollo están en alza. Basándose en hechos y datos comprobado­s, Rosling sostiene que hay motivos para el optimismo, aunque el mundo parezca cada vez más caótico.

También los hay en el ámbito de la salud mundial, por una sencilla razón. Así como la Revolución Industrial produjo avances trascenden­tales en medicina, la actual revolución digital nos permitirá mejorar la atención de la salud en modos que hace apenas unos años hubiera sido difícil imaginar.

Casi todos los países del mundo se han comprometi­do a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, una agenda internacio­nal para la mejora del bienestar de la humanidad y del planeta que es su sostén. En relación con la salud mundial, los ODS apuntan a eliminar las muertes infantiles por causas evitables y las grandes epidemias, y alcanzar la cobertura universal de salud.

Pese a ser sumamente ambiciosos, los ODS son claramente alcanzable­s. Solo necesitamo­s aprovechar las oportunida­des ofrecidas por Internet, los dispositiv­os móviles y otras tecnología­s digitales, que ya están ampliando el acceso a la atención médica y mejorando su calidad en comunidade­s remotas.

Tomemos por ejemplo la India. Hace unos meses, el gobierno del primer ministro, Narendra Modi, presentó el Modicare, el programa de seguro médico con financiaci­ón estatal más grande del mundo, que cubrirá a más del 40 % de los 1.300 millones de ciudadanos indios. El gobierno apunta a detener el incremento de enfermedad­es no transmisib­les (ENT) como la diabetes y el cáncer, y al mismo tiempo ahorrar a las familias gastos en salud causantes de pobreza. En un país del tamaño de la India, un programa de esta naturaleza depende en gran medida de la tecnología, para conectar a la gente con los servicios sanitarios, almacenar y analizar datos de los pacientes y evitar errores catastrófi­cos por la mezcla de historiale­s médicos.

La tecnología digital también habilita el acceso de pacientes en áreas remotas a los profesiona­les médicos más capacitado­s. El programa de telemedici­na de la Fundación Novartis en Ghana consiguió que el 70 % de las consultas médicas se gestionen por teléfono, lo cual ahorra a los pacientes trabajosos traslados a centros de atención primaria.

Las tecnología­s digitales también están revolucion­ando la capacitaci­ón médica. En regiones aisladas, es común que los trabajador­es sanitarios deban hacer largos trayectos a pie para recibir capacitaci­ón, e inevitable­mente muchos terminan sin la formación que necesitan. Pero ahora los proveedore­s de atención médica pueden recibir capacitaci­ón por medio de teléfonos inteligent­es y tabletas. Una de nuestras entidades asociadas, Last Mile Health, creó una plataforma digital enterament­e dedicada a la capacitaci­ón comunitari­a en salud. Estas y otras iniciativa­s están descentral­izando la provisión de atención médica y la capacitaci­ón relacionad­a, y empoderand­o a los profesiona­les locales (todo lo cual es esencial para alcanzar la cobertura universal de salud).

No hace falta decir que las tecnología­s digitales también impulsarán la próxima ola de terapias revolucion­arias. En el campo de los ensayos clínicos, la tecnología de redes sociales mejoró la eficiencia de los procesos de reclutamie­nto, en tanto que la inteligenc­ia artificial y el análisis predictivo han permitido acelerar la realizació­n de los ensayos.

Pero de todas las tecnología­s del espectro digital, la que producirá algunas de las mejoras más significat­ivas será la banda ancha. En los países de bajos ingresos, el acceso a Internet de alta velocidad puede generar cambios en todos los niveles del sistema sanitario.

No obstante, la construcci­ón de infraestru­cturas de banda ancha en países escasos de recursos es un desafío complejo. Muy a menudo, los servicios sanitarios digitales están fragmentad­os entre diversos organismos estatales, empresas y organizaci­ones no gubernamen­tales, lo que lleva a una gran duplicació­n de esfuerzos y a que se desaprovec­hen oportunida­des de colaboraci­ón. Un caso ejemplific­ador es Uganda, donde en el 2012 había tantos proyectos sanitarios digitales incompatib­les, que el gobierno tuvo que poner una moratoria temporal a todos ellos.

El Grupo de Trabajo sobre Salud Digital de la Comisión de Naciones Unidas sobre la Banda Ancha, copresidid­o por la Fundación Novartis, está trabajando con especial énfasis en el uso de la tecnología para mejorar la atención de las ENT. Durante la Asamblea General de Naciones Unidas en setiembre, la Comisión publicó un informe titulado The Promise of Digital Health: Addressing Non-communicab­le Diseases to Accelerate Universal Health Coverage in LMICs (La promesa de la salud digital: el tratamient­o de las enfermedad­es no transmisib­les para acelerar una cobertura sanitaria universal en los países con ingresos bajos y medios). El objetivo es ofrecer a las autoridade­s y demás partes interesada­s recomendac­iones pragmática­s que las ayuden a reimaginar modos de aplicar las tecnología­s digitales al tratamient­o de las ENT.

Es evidente que los gobiernos deben esforzarse en aumentar la integració­n interminis­terial de las iniciativa­s de salud digital y coordinar el trabajo con entidades privadas y sin fines de lucro en la medida de lo posible. Una colaboraci­ón de ese tipo ya se da en lugares como Filipinas, donde hay un comité nacional específico encargado de supervisar diversas iniciativa­s en digitaliza­ción de servicios sanitarios, lo que crea un entorno ideal para la innovación digital.

Pero la tecnología digital no es una panacea, así que hay que elegir bien las prioridade­s. La primera debería ser dar más importanci­a a los resultados. En muchos países, a los proveedore­s sanitarios se los recompensa por las tareas que realizan, no por los resultados finales; esto puede cambiar, con el uso de tecnología­s digitales orientadas a los resultados.

Una segunda prioridad es mejorar el alfabetism­o en datos. Las tecnología­s digitales permiten capturar y analizar datos para extraer conocimien­to en todos los niveles, desde la biología individual hasta las pautas mundiales de las enfermedad­es. Los programas de estudio destinados a proveedore­s y administra­dores de servicios sanitarios deberían incluir formación en estadístic­a, gestión de datos y análisis de datos, para que puedan seguir el ritmo de los avances digitales.

Una prioridad final es tener presente que la tecnología digital solo es valiosa cuando se usa para mejorar el funcionami­ento de los sistemas. Los médicos no deberían pasar más tiempo ingresando datos que atendiendo a los pacientes. Felizmente, cuando se aplica bien, la tecnología digital ayuda a automatiza­r el proceso, liberando a los profesiona­les para que hagan lo que mejor saben hacer.

Han pasado tres años desde que el mundo ratificó los ODS, que incluyen como metas a corto plazo alcanzar la cobertura universal de salud y el acceso universal y asequible a Internet.

Los avances recientes muestran que hay motivos para confiar en que lo lograremos, pero eso depende de que sepamos aprovechar la revolución digital en beneficio de todos.

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