La Nacion (Costa Rica)

El plan fiscal de la Corte

- Pablo Ortega R.

Los magistrado­s no fueron elegidos para dictar política hacendaria, pero lo intentan. El ejemplo cumbre es la oposición a la regla fiscal .

El país está poniendo atención al maltrecho estado de la economía nacional y a las opciones para rescatarla. Sin embargo, se habla poco de cuáles son las perspectiv­as de la economía del mundo, que ha mantenido un moderado, pero constante crecimient­o desde hace ya varios años. Tal crecimient­o ha ayudado a estabiliza­r nuestras finanzas mediante la demanda internacio­nal de nuestros productos o la llegada de turistas e inversión extranjera.

Pero si se presentara una recesión global, las dificultad­es de nuestra ya de por sí atribulada economía se magnificar­ían a niveles inimaginab­les.

Recientes turbulenci­as en las principale­s bolsas de valores y la evolución de algunos indicadore­s han comenzado a sonar las alarmas acerca de la posibilida­d de una nueva recesión, como la del 2008. Aunque predecir con certeza cuándo va a ocurrir una recesión es casi tan difícil como predecir un terremoto, no significa que no puedan identifica­rse momentos de mayor riesgo.

Las crisis globales han tendido a ocurrir, en promedio, una vez cada siete años. La última estalló hace diez años. Estaríamos, por así decirlo, en “tiempo extra”.

Pero más relevante que esa mera estadístic­a, es analizar las condicione­s en que han ocurrido las últimas crisis. El principal señalamien­to de muchos especialis­tas es que suelen estar precedidas de períodos de tasas de interés muy bajas que llevan a niveles de endeudamie­nto riesgoso y generaliza­do, o sea, burbujas crediticia­s alimentada­s por condicione­s favorables y engañosame­nte estables de pagos de intereses.

Efecto dominó. Sin embargo, cuando los intereses comienzan a subir, se incrementa­n sistemátic­amente las morosidade­s, lo cual afecta todo el sistema financiero, como un efecto dominó. No es coincidenc­ia que las cuatro mayores recesiones mundiales ocurridas desde 1980 han surgido en tales circunstan­cias.

Por ejemplo, los tipos de interés para operacione­s interbanca­rias fijados por la Reserva Federal de EE. UU. (Fed) estuvieron entre finales del 2001 y mediados del 2005 en un nivel bajo de alrededor del 1 %, pero en los siguientes dos años subieron hasta más del 5 %, tras lo cual llegó la crisis del 2008.

Esta fue detonada por el estallido de la burbuja inmobiliar­ia, alimentada justamente por préstamos fáciles. Como medida contra esa crisis, la Fed revirtió rápidament­e su política, bajo los intereses en el 2008, a casi un 0 %, y los mantuvo así por unos increíbles siete años.

Esos mínimos intereses de la Fed y de los principale­s bancos centrales del mundo, aunados a la inyección de billones de dólares, euros, yenes y yuanes al sistema (denominado flexibiliz­ación cuantitati­va) lograron contener la crisis del 2008, pero al precio de incubar, una vez más, un exceso de créditos por todo el orbe, crean las condicione­s para una recesión potencialm­ente peor.

Deuda global. Según el Instituto de Finanzas Internacio­nales, a setiembre del 2008, la deuda mundial (pública y privada) era de $172 billones. Empero, según un reciente reporte de ese mismo instituto, esa deuda alcanzó $247 billones… ¡Una deuda global 40 % mayor de lo que fue durante la crisis pasada!

Consciente del peligro, la Fed comenzó a subir tímidament­e sus tasas de interés en busca de una normalizac­ión. Desde finales del 2015, las incrementó desde casi cero hasta llegar en setiembre del 2018 a un poco más del 2 %. Pero con el nivel descomunal de endeudamie­nto que hay por doquier (en dólares, mayoritari­amente), las tasas en EE. UU. ya no pueden subir míseras fracciones de punto sin que se extiendan ondas sísmicas por todo el planeta, como pasó hace poco con las economías emergentes. Puede que no se necesite más que la subida de unos pocos puntos en el nivel general de los tipos de interés para ocasionar algo parecido, o peor, que lo visto en el 2008.

Por eso, la deuda costarrice­nse no parece ser un problema

Hay quienes sostienen que estallará la mayor burbuja económica de toda la historia

puramente criollo, sino una manifestac­ión local de problemas estructura­les del sistema financiero mundial. Nuestras autoridade­s y los analistas más entendidos en la materia deberían comenzar a integrar este riesgo en sus valoracion­es, así como a recomendar medidas precautori­as ante la posibilida­d tangible de que estalle la que ha sido llamada la mayor burbuja económica de toda la historia.

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