Refugiados ven la luz gracias al empleo
→ 1.200 personas refugiadas, al año, se insertan en el ámbito laboral costarricense
Gabriela Cecilia Arévalo es de San Salvador. Con 20 años, tuvo que dejar su país por una amenaza de muerte de los maras y llegó a Costa Rica hace un año y medio con su familia.
Ella trabajaba en el negocio de comidas de su padre, José Rodolfo Arévalo, de cuatro de la mañana a tres de la tarde. De ahí se dirigía a la Universidad Francisco Gavidia, donde cursaba la licenciatura en Gestión Estratégica de Hoteles y Restaurantes. Después de clases, llegaba a su casa a las diez de la noche y salía a hacer las compras del día siguiente.
Esa vida de trabajo y el sueño de ser una profesional se vio truncada de un día a otro por las extorsiones de los pandilleros. Su familia debió huir y, delgada y temblorosa, la muchacha llegó a Costa Rica.
El hipertirodismo la seguía afectando. La enfermedad Guillain-Barré le había atacado el sistema nervioso y la dejó sin caminar. Este año, logró sus segundos primeros pasos.
En San José, la familia comenzó su negocio desde cero y ahora se dedican a vender lo que saben hacer muy bien: pupusas, un plato muy salvadoreño.
“Estoy muy contenta. Ya después de un año siento que mi camino se está retomando de nuevo”, dijo Arévalo.
“A pesar de todos los problemas, a pesar de todo, ya es como ver la luz al final del túnel que comienza a verse”, agregó.
Los Arévalo Guardado son parte de las 1.200 personas refugiadas que cada año, en promedio, se insertan en el ámbito laboral en Costa Rica, gracias al apoyo del programa Vivir la Integración, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
El objetivo de organismo mundial es velar por los derechos y bienestar de las personas, con solicitud de refugio y apátridas.
Acnur realiza el proyecto Vivir la Integración junto con el Ministerio de Trabajo y las cámaras de Industrias, Comercio y Comercio Diversa.
En el caso de esta familia, la iniciativa les impulsó a ser emprendedores.
El Festival Gastronómico: Integrate al Sabor es un ejemplo de cómo el programa promueve la inclusión de los refugiados.
Este fin de semana, se realizó la segunda edición en la Antigua Aduana, en San José, y concursaron Una nueva vida 45 emprendimientos de personas refugiadas y, de ellos, ganaron 25 proyectos.
Experiencia. Ahí, en el Festival Gastronómico, estaba José Rodolfo Arévalo, el padre de Gabriela CATERING SERVICE Cecilia, quien contó por qué terminó en Costa Rica.
“Fundé una empresa de catering service en el 2004 en El Salvador y empezamos a trabajar tanto en la parte privada como en el Estado. Fuimos creciendo hasta llegar a un punto en el que ya no podía ser invisible. Esto lo que nos hace es que, además de que nos ven las empresas para contratarnos, también nos ven los señores mareros y entonces comienzan a extorsionarnos”, relató este asesor de negocios que dejó su país a los 46 años.
Vivir la Integración, además de apoyar emprendimientos, conecta personas refugiadas con empresas para abrirles una oportunidad de empleo.
Acnur y el Ministerio de Trabajo también hacen un mapeo de las firmas en constante contratación para determinar las necesidades y acercarse a ellas.
“ESTOY MUY CONTENTA. YA DESPUÉS DE UN AÑO SIENTO QUE MI CAMINO SE ESTÁ RETOMANDO DE NUEVO. ESTÁ TOMANDO EL RUMBO AL CUAL YO QUIERO DIRIGIRME. A PESAR DE TODOS LOS PROBLEMAS, A PESAR DE TODO, ES COMO VER LA LUZ
’ ’ AL FINAL DEL TÚNEL . Gabriela Arévalo
Refugiada salvadoreña
“YO FUNDÉ UNA EMPRESA DE
EN EL 2004 EN EL SALVADOR. FUIMOS CRECIENDO HASTA LLEGAR A UN PUNTO EN EL QUE YA NO SE PODÍA SER INVISIBLE. ADEMÁS DE QUE NOS VEN LAS EMPRESAS PARA CONTRATOS, NOS VEN LOS MAREROS Y
’ ’ EMPIEZAN LAS EXTOR SION ES. José Rodolfo Arévalo Refugiado salvadoreño
* Las autoras son alumnas de periodismo que participan con este trabajo en el concurso Deadline-UnoCinco de la Asociación de Estudiantes de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica (UCR).