Los ‘animal spirits’
Lo denominados animals spirits pueden traerse abajo una economía. Como dicen Akerloff y Shiller en su libro Animal Spirits: Cómo la psicología humana dirige la economía, a propósito de la crisis financiera global del 2008: “Un espíritu animal, un pensamiento irracional, mueve los hilos de la finanzas mundiales. Pero ¿cuál es ese espíritu? Confianza, miedo, fe. Actitudes inherentes al ser humano que determinan la economía global. La crisis del 2008 ha dejado en evidencia que la psicología tiene un destacado rol en el devenir económico de las naciones; desde la fe ciega en un perpetuo crecimiento del precio de la vivienda hasta la injustificada confianza en productos financieros imposibles”.
Nuestra Costa Rica demuestra tener animal spirits cuando algún jerarca se atrevió a decir que el “Estado no podía quebrar”, durante el debate sobre pensiones insostenibles (llamadas de lujo) ocurrido hace alrededor de dos años en los medios escritos.
Los grupos de interés y de presión (casi siempre sinónimos, aunque hay excepciones) y mucha gente piensa, sin criterio racional (más allá que el del efecto en sus finanzas personales si la situación cambia), que el statu quo en materia de empleo público, instituciones públicas obsoletas e ineficientes/ineficaces, sueldos estatales astronómicos, pensiones inmerecidas (de lujo) y un largo etcétera, puede seguir existiendo como lo conocemos hoy.
Cambios a tiempo.
La realidad es que los animal spirits ya demostraron —como hace unos años en Grecia con la intervención del FMI aplicando ajustes que los helenos rechazaron en su momento— que el Estado puede quebrar (como toda empresa) si no ajusta su estructura y funcionamiento, especialmente, cuando este Leviatán ha crecido elefantiásicamente y la burocracia pide que el Estado, por medio de impuestos, le financie sus gastos públicos en espiral ascendente, tipo bola de nieve, y su nivel de endeudamiento es superior a límites razonables: entre el 40% y el 45 % del PIB.
Costa Rica llegó al punto donde las finanzas públicas no dan abasto para pagar las obligaciones que salen a la cara por irresponsables políticas públicas aplicadas sin prever las consecuencias a mediano y largo plazo.
¿Qué le queda ahora al país? Tomar acciones tendentes a reestructurar el Estado gigantesco e irracional compuesto por unas 330 instituciones, muchas de las cuales dejaron de tener misiones racionales al son de los tiempos actuales y se convirtieron en fines en sí mismas. Lo anterior aunque el plan fiscal se convierta en ley.
Pero si colapsa el statu quo y el país entra en un círculo vicioso de problemas financieros en todos los frentes (estatal y privado), el “aterrizaje forzoso” implicaría que los habitantes del país perderían sus niveles de bienestar en poco tiempo.
Sería necesario un salvataje por parte de los organismos internacionales para detener el desplome o evitar que sea peor de lo esperado.
Los ajustes a los macroprecios serían llevados a cabo por los comportamientos en horda generados por temores sobre grandes devaluaciones de la moneda y alzas en las tasas de interés, lo cual causaría impactos muy fuertes, sobre todo, en la denominada clase media y los que menos tienen. El país caería en una crisis social y económica sin precedentes, ante la cual la de los 80 parecería pequeña.
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Costa Rica llegó al punto donde las finanzas públicas no dan para sostener 330 instituciones