El celular: la nueva arena política
Un político “de siempre” promete ser el cambio para el futuro de su país. La victoria de Jair Bolsonaro presenta una gran novedad: el uso masivo y estratégico de WhatsApp para difundir mentiras.
Tenemos la básica idea de que los políticos mienten, que siempre han mentido y siempre mentirán. Sin embargo, Bolsonaro fue más allá. Usó la mentira abiertamente en una campaña electoral para blasfemar contra sus oponentes. El tradicional debate, momento para confrontar y comparar las propuestas, o incluso la escena donde las personalidades y el carisma de los candidatos se exponen, en Brasil no ocurrió.
Bolsonaro recibió una puñalada durante la campaña. Con la excusa de estar mal de salud y “no poder exponerse a mucho estrés’’, rehusó aparecer en los debates. El médico cirujano Antonio Luiz Macedo afirmó que la participación dependía del candidato. La salud, sin embargo, no le impidió viajar, ni transmitir en Facebook Live a la misma hora de los debates. Detrás de las excusas médicas, les dijo a sus seguidores que no tenían que creer en los medios de comunicación porque son todos de “izquierda”.
Vemos, entonces, una configuración nueva en la política brasileña aplicada a todos los candidatos aliados de Jair Bolsonaro: existir en las redes sociales, invisibles en las encuestas y sorprender en las urnas. Candidatos sin debates, sin panfletos, sin propuestas. ¿Son los celulares ahora una arena política en cada elección?
Base electoral.
Como era de esperar, los nuevos caminos para hacer política están llenos de irregularidades. Aunque es una ruptura, tiene continuidades: corrupción, las prácticas populistas y la mezcla de religión y política.
Una de las mayores interrogantes en estas elecciones es saber en qué momento un personaje como Bolsonaro se convirtió en el candidato de la élite. El partido de Bolsonaro tiene más militares y empresarios, menos parlamentarios políticos de oficio y cuatro veces más profesionales ligados al agronegocio.
Bien se dice que viene con be de bala, de biblia y de buey. Son tres los grupos de cabildeo principales que lo apoyan: los del mundo del armamento, militares y seguridad privada; la bancada evangélica, con la Biblia y sus discursos de defensa de la familia tradicional; y los dueños de los bueyes, la bancada ruralista de los monocultivos y la explotación de los bosques protegidos. Detrás de estos tres está la B mayúscula: el billete.
Futuro incierto. Las primeras
señales del impulso que toman los electores de Bolsonaro, empoderados por ser ahora el discurso oficial, esbozan un futuro incierto para el país.
El propio día de las elecciones hubo ataques a organizaciones de base. El asentamiento del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, en Mato Grosso do Sul, fue incendiado y también el único centro de salud y una escuela en una comunidad indígena de Pernambuco.
Un maestro de capoeira, abiertamente apoyador del PT, y una persona trans de São Paulo fueron asesinados. La muerte de tres niños por tiros al aire en celebraciones de la victoria de Bolsonaro, entre otras, alcanzan una decena de víctimas mortales y cerca de 50 heridos.
Esos ataques han sido fuente de terror y han generado un ambiente de miedo de expresar opiniones políticas. Aquellos que no gritan dispersando el discurso de odio parecen tener menos derecho de hablar y de existir.
La violencia no es un problema nuevo, como lo revela el asesinato, aún impune, de la concejal y activista de Río Marielle
No será fácil para Bolsonaro mantener sus propuestas de cambio en la economía y el empleo
Franco. Así como lo dijo Bolsonaro, y lo repiten los de su partido, las minorías deben doblarse o desaparecer.
Los límites a la libertad de expresión no es solamente lo que ha surgido ya. Bolsonaro instigó a los alumnos a grabar a sus docentes en clase para denunciarlos “cuando hacen política en la escuela”. También son noticia todos los días las agresiones constantes a los periodistas nacionales y extranjeros y las ofensas directas de Eduardo Guimarães, asesor de comunicación del presidente electo.
Bolsonaro va a tener que esforzarse mucho para mantener la popularidad, pues la violencia fue uno de los factores principales que lo hizo perder ventaja frente a Haddad, sobre todo, entre el voto evangélico. Además, tendrá dificultades para mantener sus propuestas de cambios radicales de la economía y del empleo.
Las primeras señales son preocupantes: aumento del dólar y anuncio de nuevas huelgas de camioneros.
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