Empresario rescata a hijo de dos años de secuestradores
Persiguió 2 km a sospechosos y chocó su carro contra ellos
Un empresario condujo dos kilómetros con sus ojos afectados por gas hasta lograr alcanzar y chocar el auto de una pareja que poco antes había secuestrado a su hijo de dos años y tres meses.
Los supuestos captores son una nicaragüense de apellido Oporta, de 22 años, y un francés apellidado Mirc, de 38, quienes quedaron a la orden de la Fiscalía de Crimen Organizado.
Según informes, el caso empezó a las 9 a. m. cuando los padres del menor salieron de su casa, ubicada cerca de la delegación de la Fuerza Pública en Pozos de Santa Ana, para llevarlo a un kínder privado a unos 800 metros de distancia.
La familia se desplazaba en un Land Rover Discovery. A unos 300 metros, al parecer, se detuvieron en un falso retén y cuando bajaron el vidrio para hablar con los supuestos policías, estos los rociaron con gas, abrieron la puerta y sacaron al pequeño, al que metieron en un vehículo Hyundai de color gris, al que subió la pareja.
El padre del niño, aún afectado por el gas, les dio persecución, mientras su esposa se bajó para pedir ayuda.
Unos 75 metros al este de la empresa Concentrados La Soya, a dos kilómetros del sitio del secuestro, el papá golpeó con su carro el de los secuestradores para detenerlo. Eso fue en calle La Chispa, también llamada calle Gavilanes.
Debido al impacto, resultaron golpeados otros dos automóviles: uno blanco conducido por un hombre adulto mayor y un Toyota de color azul.
De inmediato, el padre del menor se bajó y lo sacó del vehículo. Luego, socorristas de la Cruz Roja lo trasladaron al Hospital Nacional de Niños, donde determinaron que estaba bien y le dieron de alta.
Cuando los vecinos de calle La Chispa se dieron cuenta de que se trataba de un secuestro, intentaron agredir a la pareja, lo que obligó a oficiales de la Policía Municipal de Santa Ana a sacarlos del lugar y entregarlos a la Fuerza Pública.
Al parecer, dentro del vehículo de los sospechosos hallaron un arma de fuego. Asimismo, había lo que serían falsos uniformes policiales.
¿Quiénes son? Aunque el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) comunicó que no se referiría al tema para no entorpecer la investigación, trascendieron algunas señas de los implicados.
En el caso de Oporta, tiene condición de residente. Es originaria del departamento de Boaco, en Nicaragua. Es soltera y se supone que vive en Quebradilla de Cartago. No tiene movimientos migratorios este año.
Mirc, por su parte, es natal de Perpignan, al sur de Francia. No fue posible conocer qué condición migratoria tiene aquí, pero registra entradas y salidas de Costa Rica desde el 2008.
Este año tiene un ingreso el 8 de abril por el puesto fronterizo de Peñas Blancas. Luego, registra una salida a Estados Unidos, el 20 de junio, y regresó el 10 de julio procedente de España.
En La Gaceta del 11 de junio del 2011 consta su participación en dos sociedades, que son dueñas de propiedades en Cabo Velas de Santa Cruz, Guanacaste.
Alerta vecinal. Israel Zeledón Umaña, un agricultor de 68 años, estaba sentado debajo de un árbol en calle Gavilanes cuando vio un carro rojo y otro más pequeño que “pasaron volando” frente a él.
Él fue uno de los testigos del rescate del niño aparentemente secuestrado por la pareja.
Zeledón escuchó el estruendo a escasos 150 metros de su casa. Al llegar, se topó a uno de los conductores que gritaba: “Mi chiquito, mi chiquito”.
Para entonces, ninguno de los que había llegado a ayudar entendía lo ocurrido. Pasaron algunos minutos antes de que se supiera que los ocupantes de uno de los carros eran los supuestos secuestradores del niño, cuyo padre les impidió darse a la fuga.
“Daba miedo ver cómo pasó esa gente. Yo dije: ‘Algo serio pasó’, al ver cómo llevaba el Land Rover al otro. Yo admiro a ese conductor, se la jugó al manejar con gas pimienta en los ojos y lo hizo para salvar al hijo que llevaban secuestrado”, expresó el agricultor aún sorprendido.
Con él coincidió Esteban Castro, otro testigo, que vio cuando el empresario, cuya identidad no ha trascendido, logró abrir la puerta retorcida del Hyundai para sacar a su hijo.
Según Castro, la confusión surgió porque la gente pensaba que los secuestradores eran los padres del niño y que les habían golpeado el carro, pero les impresionó saber que más bien iban huyendo con el menor.
El vecino recordó que los dos sospechosos iban dentro del Hyundai vestidos de negro, “como uniformados”. Sin embargo, la mujer rápidamente se quitó esa ropa y quedó con un vestido que llevaba debajo.
“Los dos iban vestidos de policía. El señor (padre del niño) todavía se estaba limpiando los ojos cuando llegué”, contó.