Pulso de las exportaciones
El comercio mundial de bienes enfrenta dos desafíos inmediatos que han obligado a moderar las metas de crecimiento para este año y el próximo.
En su más reciente pronóstico, la Organización Mundial del Comercio (OMC), expresa que las tarifas impuestas –o propuestas– por las grandes economías al intercambio de ciertas mercancías (léase, la guerra comercial entre China y Estados Unidos) han tenido poco impacto directo, pero sí despertaron mucha incertidumbre, que al final afecta la inversión.
Como segundo punto, menciona que la política monetaria más restrictiva (alza en tasas de interés) en economías desarrolladas puede atizar salidas de capital e inestabilidad financiera en países emergentes o en desarrollo. Con base en ambos elementos, la OMC considera que el comercio mundial continuará creciendo pero a menor ritmo: del 4,4% que proyectó en abril pasado para el cierre del 2018, bajó su pronóstico a 3,9%.
En medio de estas tensiones financieras y comerciales globales, las exportaciones de Costa Rica crecen el 6% en el acumulado a setiembre del 2018, respecto al corte a setiembre del 2017. Detrás de estos números está el buen desempeño del sector precisión y médico (+14%).
Consideremos la incertidumbre que señala la OMC. Hasta el momento, Costa Rica parece sortear los arranques proteccionistas del presidente de Estados Unidos Donald Trump, pero la dirección de la política monetaria mundial es más difícil de digerir; este año se sintió una contracción relevante de flujos de inversión extranjera en el país; la cifra cerró en $1.200 millones al primer semestre del 2018, 28% menos respecto a los primeros seis meses del 2017, y la mayor reducción fue en zonas francas.
No todo es negativo. El sector exportador debe reconocer que la apreciación del dólar, en las últimas semanas, cae como un bálsamo por la mejora en el flujo de las empresas que venden en el exterior (los dólares se cambian por más colones).
Sin embargo, esta “ventaja”, podría ser muy engañosa y volátil pues se alimenta mucho del deterioro fiscal del país, mal que, de no corregirse, amenaza fundamentos de una verdadera competividad, como servicios públicos adecuados, baja inflación, educación pública de calidad y estabilidad política.