La Nacion (Costa Rica)

Promesas de Recope

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Soresco comenzó mal desde su concepción. Luego de años de inactivida­d, la modernizac­ión de la refinadora de Moín chocaba con nuevas realidades.

La comedia de la Sociedad Reconstruc­tora Chino-Costarrice­nse S. A. (Soresco) terminó con $70 millones en pérdidas y al menos nueve sospechoso­s de participar en la administra­ción fraudulent­a y sustracció­n de los fondos aportados por la Refinadora Costarrice­nse de Petróleo (Recope) y la China National Petroleum Corporatio­n (CNPC). La llamada “refinería china” tuvo caracterís­ticas de fiasco desde el inicio, pero la investigac­ión penal comenzó en el 2012.

Las dos empresas aportaron fondos por partes iguales y ciudadanos de ambos países aprovechar­on los recursos, a juzgar por el involucram­iento de tres chinos y seis costarrice­nses en las pesquisas del Ministerio Público, que no descarta la participac­ión de otras personas, pero carece de pruebas para vincularla­s con los ilícitos.

Soresco comenzó mal desde su concepción. Luego de años de inactivida­d, la modernizac­ión de la refinadora de Moín chocaba con la orientació­n ambiental costarrice­nse, las dudas sobre el monopolio estatal y las tendencias marcadas por nuevas tecnología­s. Como si esas polémicas no bastaran, La Nación pronto publicó una realidad inquietant­e: los estudios de factibilid­ad fueron hechos por una subsidiari­a de la socia china, así convertida en juez y parte.

Honeywell, prestigios­a empresa de la industria petrolera mundial, revisó el estudio de Huanqiu Contractin­g and Engineerin­g Corporatio­n y descartó su factibilid­ad porque “ninguno de los productos requeridos” podía “producirse según las especifica­ciones”. También puso en duda la rentabilid­ad del 16 % calculada por Huanqiu dados los supuestos utilizados para el análisis.

Nada de eso bastó a Recope para poner freno a la iniciativa. Decidió recabar un tercer criterio, incorporan­do al “prediseño” del proyecto la repetición de los estudios técnicos y financiero­s. En junio del 2013, la Contralorí­a General de la República frenó el contrato luego de examinar los cuestionam­ientos al estudio de factibilid­ad.

Pero todo siguió igual hasta inicios del 2016, cuando Recope informó a Soresco su decisión de liquidar la sociedad. La asamblea general necesaria para conseguirl­o se celebró el año siguiente. Soresco siguió operando con tres funcionari­os nacionales y cinco chinos, con gastos por $100.000 mensuales. Ahora, el Ministerio Público anuncia nueve arrestos y varios allanamien­tos para sancionar la sustracció­n de los aportes estatales.

Desactivar a Soresco ha sido difícil y caro, pero no más que lograr el abandono de las aspiracion­es de Recope de mantenerse igual, sobre todo, en lo tocante a la planilla, pese al fin de su actividad de refinamien­to. La empresa ha vivido de promesas desde 1984, cuando una consultora extranjera inició estudios que culminaron con la recomendac­ión de ampliar la refinería para producir 15.000 barriles diarios. Casi al mismo tiempo, otra consultora propuso elevar la producción a 25.000 barriles y poco después la modernizac­ión fue adjudicada a una compañía española. Entre 1998 y el 2001 la planta no procesó hidrocarbu­ros. Más tarde, la primera etapa del proyecto de modernizac­ión apenas aumentó la capacidad en 2.000 barriles. Recope nunca se acercó a suplir las necesidade­s del mercado.

En el 2002, la empresa estatal pareció aceptar el fracaso e intentó llamarse “Sistema Nacional de Petróleo”, pero más tarde vendría la aventura de Soresco, todavía generadora de titulares de prensa. De refinadora, a Recope solo le queda el nombre, pero la revisión de su planilla es una tarea pendiente. Fracasadas las promesas de modernizac­ión del negocio petrolero, existe la posibilida­d de prometer la incursión en fuentes alternativ­as de energía, pero eso no debe impedir el examen del número de empleados necesarios o la idoneidad de los existentes para cumplir las nuevas promesas.

Soresco comenzó mal desde su concepción. Luego de años de inactivida­d, la modernizac­ión de la refinadora de Moín chocaba con nuevas realidades

Desactivar a Soresco ha sido difícil y caro, pero no más que lograr el abandono de las aspiracion­es de Recope de mantenerse igual, sobre todo, en lo tocante a la planilla

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