La Nacion (Costa Rica)

Inundación de armas

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Al cierre del 2017 había 244.455 armas matriculad­as en la dependenci­a del Ministerio de Seguridad Pública encargada de llevar los registros.

Nosenorgul­lece ser un país de paz, pero estamos bien armados. Al cierre del 2017 había 244.455 armas matriculad­as en la dependenci­a del Ministerio de Seguridad Pública encargada de llevar los registros. No se sabe a ciencia cierta cuántas más están en la clandestin­idad, pero la Policía decomisa cuatro al día y, en promedio, los hospitales atienden un herido de bala en el mismo lapso. La tasa de homicidios ronda 12 por 100.000 habitantes y la inmensa mayoría son cometidos con armas de fuego.

En 20 años, la tenencia legal de armas aumentó un 150 %, pero la inscripció­n no las hace menos letales. La mayoría de los ciudadanos con armas inscritas las poseen de buena fe, como medio de defensa, sin la más remota intención de atacar a un semejante. Sin embargo, muchos homicidios no vinculados con la delincuenc­ia habitual podrían haberse evitado si un arma no hubiera estado al alcance en un instante desafortun­ado. Lo mismo puede decirse de los suicidios y accidentes, a menudo protagoniz­ados por niños.

La presencia del arma facilita los desenlaces fatales de la violencia doméstica o la conversión de un enojo de vecindario en tragedia. No son raros los homicidios cometidos por disputas de tránsito, a cuenta de victimario­s sin antecedent­es penales, y los causados por discusione­s intrascend­entes. Y, si bien hay casos de defensa personal exitosa frente a un ataque del hampa, los estudios documentan la peligrosid­ad, para la víctima, de intentar repeler la agresión a balazos. El delincuent­e tiene las ventajas de la iniciativa y la falta de escrúpulos.

Si la inscripció­n de armas no es consuelo, más preocupaci­ón causa el armamento clandestin­o. El 48 % de los homicidios son ajustes de cuentas entre delincuent­es, casi siempre motivados por el narcotráfi­co, y en ellos cobran protagonis­mo las armas no inscritas. El vínculo entre el mercado negro y el tráfico de drogas es directo.

La organizaci­ón no gubernamen­tal Small Arms Survey calcula en 257.000 las armas no inscritas, es decir, un 5 % más que las contabiliz­adas oficialmen­te por Seguridad Pública. No todas las armas fuera de registro están en manos de delincuent­es, pero la clandestin­idad facilita la compra a personas con antecedent­es penales. El mercado negro también se nutre de armas inscritas y luego desapareci­das sin dejar rastro. El decomiso de un arma de fuego cada cuatro horas, el 80 % de ellas cortas, es testimonio de la profundida­d y extensión del mercado clandestin­o.

El endurecimi­ento de las penas es una solución demasiado recurrida frente a la delincuenc­ia. El debate se ha dado, especialme­nte, en relación con la relativa impunidad de algunas contravenc­iones. Los alegatos a favor de castigos más severos descansan sobre la premisa de que la delincuenc­ia menor exige una respuesta para no transforma­rse en un fenómeno más grave. A menudo hemos discrepado con esa línea de pensamient­o, pero, en el caso de las armas, el país está urgido de regulacion­es más estrictas.

Por eso es importante apoyar al gobierno en la promoción de dos proyectos de ley orientados a endurecer las penas por tenencia de armas ilícitas o portación irregular. En la actualidad, quien posea un arma permitida no inscrita puede ser condenado a entre uno y tres meses de trabajo comunitari­o. Según la reforma propuesta, quien posea, porte o utilice un arma permitida por ley, pero no inscrita, puede ser condenado a entre tres o seis años de cárcel. La adquisició­n, portación, tenencia y comercio de armas prohibidas sería penada con entre 8 y 15 años de prisión, cuando hoy la misma conducta se castiga con entre 2 y 5 años. Las penas propuestas son severas, pero la inundación de armas de fuego descrita en reportajes de este diario la semana pasada tiene consecuenc­ias trágicas. Es necesario controlarl­a.

Al cierre del 2017 había 244.455 armas matriculad­as en la dependenci­a del Ministerio de Seguridad Pública encargada de llevar los registros

La organizaci­ón no gubernamen­tal Small Arms Survey calcula en 257.000 las armas no inscritas, es decir, un 5 % más que las contabiliz­adas oficialmen­te por Seguridad Pública

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