PIB, playa y montaña
Un aumento del 20% en la llegada de turistas de Estados Unidos a Costa Rica agregaría 0,6% a la producción de país; un crecimiento similar en las exportaciones de piña conseguiría aportar el 0,2%.
Esta simulación es posible gracias a que el Banco Central y el Instituto Costarricense de Turismo, luego de varios años de trabajo conjunto, lograron crear la cuenta satélite de turismo, y la matriz insumo-producto, para los años del 2012 al 2016.
El primer instrumento aporta una medición bastante confiable, oficial y detallada, de la contribución económica al país de la actividad turística; el segundo presenta un panorama resumido de la demanda y la oferta de bienes y servicios que la industria hace a los demás sectores (incluso, a sí misma).
Sabemos hoy que el turismo aportaba, en el 2016, el 6,3% del producto interno bruto (PIB), un equivalente a casi ¢2 billones, y lo más interesante, esa participación muestra un crecimiento sostenido a lo largo del tiempo, que le permite mantenerse a la cabeza de actividades tradicionales como el cultivo del banano (1,1% del PIB), o recientes e innovadoras, como la fabricación de instrumentos y suministros médicos (1,8%).
Sin embargo, de poco sirven más y mejores estadísticas, meticulosamente detalladas, si con ellas no se orientan las políticas públicas y las decisiones empresariales; si su análisis no abre el camino para orientar el crecimiento, el empleo y una mayor equidad en la distribución de la riqueza y los puestos de trabajo que se crean.
Alojamiento y provisión de comidas y bebidas participan con alrededor del 41% de la producción atribuible al turismo, pero las actividades de manufactura de artesanías, tienen un peso respetable (16,6%), y en virtud de ello, cabe preguntarse si es un sector que está siendo atendido apropiadamente, preparándolo para que siga entregando valor a los visitantes, pero también formalizándolo.
El turismo empleaba a 211.000 personas, pero menos del 40% eran mujeres, así que en términos de equidad de género se detectan tareas pendientes. Y en cuanto a gasto, el turismo receptor (no residentes ), abarca el 60% del consumo, no obstante, otro 24% corre por cuenta de nacionales. A la industria también le conviene “chinearnos” y fidelizarnos, porque en épocas de convulsión externa, aquí podría estar la salvación.