La Nacion (Costa Rica)

LETRAS DE CAMBIO

- Luis Mesalles lmesalles@ecoanalisi­s.org

La tan esperada resolución de la Sala IV sobre la reforma fiscal ha traído alivio a la mayoría de los costarrice­nses. No porque la gente esté contenta de tener que pagar más impuestos, sino porque es un primer paso, necesario, para la solución del problema fiscal, que por tantos años nos ha agobiado.

Todavía falta la aprobación en segundo debate de la Asamblea. Con eso, Hacienda tendrá mayores posibilida­des de captar los recursos que requiere para seguir funcionand­o. El gobierno aún no tiene la plata para pagar los aguinaldos de los empleados públicos, ni las letras del tesoro del Banco Central.

Luego, ya para el año entrante, la administra­ción debe tomar acciones para completar la solución del problema fiscal. El enfoque debe ser la búsqueda de un mejor gobierno, en al menos cuatro áreas.

Debe mejorar, sustancial­mente, en la forma como gasta los recursos disponible­s. Un estudio reciente del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) calculó que en Costa Rica el gobierno malgasta ¢1,5 billones al año, concentrad­os en deficienci­as en remuneraci­ones, compras y transferen­cias. Es necesaria una ley de empleo público que racionalic­e los pluses y beneficios salariales, completar la digitaliza­ción de las compras y una racionaliz­ación de las transferen­cias a otras institucio­nes públicas.

En materia de infraestru­ctura, debe mejorar la capacidad de gestión del gobierno. Recursos disponible­s para completar tanto proyecto que se encuentra a medio palo, los hay. El problema es de ejecución.

El gobierno tiene mucho espacio para mejorar en lo que a recaudació­n de impuestos respecta. La informalid­ad, el contraband­o, la subfactura­ción en aduanas y las prácticas de elusión hacen que la carga impositiva no se reparta en forma pareja entre todos los ciudadanos.

Finalmente, la administra­ción de Carlos Alvarado debe enfocarse en mejorar el ambiente para hacer negocios en el país. La simplifica­ción de trámites y la reducción de trabas son fundamenta­les. El gobierno debe estorbar menos a los emprendedo­res, de todo tamaño, que estén dispuestos a invertir en nuestro país.

Con esos cambios, no solo estaría ayudando a reactivar la economía, sino también a cambiar la mala opinión que tiene la gente sobre cómo el gobierno administra los impuestos que recibe. Así, la situación económica de Costa Rica podría dar un giro total y, con ello, encaminars­e a una solución del problema fiscal sostenible a largo plazo.

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