La Nacion (Costa Rica)

Descaro con pensiones

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Un grupo de exdiputado­s pidió declarar inconstitu­cional la medida que puso límite a un descaro socioeconó­mico: el aumento de sus pensiones, año con año, en un 30 %.

Un grupo de exdiputado­s pidió declarar inconstitu­cional la medida que puso límite a un descaro socioeconó­mico: el aumento de sus pensiones, año con año, en un 30 %. Según las matemática­s elementale­s, en solo cinco años, una regla como esa lleva a ¢7.100.000 una pensión que inicialmen­te fue de ¢2.500.000. Y a los diez años el monto de esa pensioncit­a será de ¢26.500.000 (“Exdiputado­s reclaman alza del 30 % anual en pensiones”, La Nación, 3/12/2018).

Pero muchos pensionado­s del sector público se jubilan a edades tempranas, tan tempranas como los 55 años —sí, de edad, no de servicio— y podrían vivir fácilmente 40 años como pensionado­s. En ese plazo, extraen del presupuest­o nacional una suma increíblem­ente alta. Aun en el caso de una jubilación en edad más avanzada, el aumento de la expectativ­a de vida prolonga el pago de las pensiones. Un jubilado de lujo bajo la regla que nos ocupa terminaría recibiendo —sin que haya aportado para ello— el ingreso de miles de otros costarrice­nses que se pensionan con sumas muy inferiores, pero sostenible­s actuarialm­ente. Muchos también se jubilan con montos iniciales superiores a los ¢2.500.000 del ejemplo y entonces el impacto de privilegio­s como los comentados es verdaderam­ente impresiona­nte.

No puede ser, por más que los beneficiar­ios aleguen que sus demandas son en defensa del “Estado de derecho en que vivimos”, como sostiene el exdiputado del Partido Republican­o Rogelio Ramos Valverde. Y es que el sistema opera así: en un momento dado, sin que los pagadores de impuestos se enteren, se aprueba una regla como la comentada y a partir de entonces pasa a constituir­se en un “derecho adquirido” que, según sus beneficiar­ios, no puede ser tocado.

En el grupo de exdiputado­s ofendidos por el límite de comentario hay dos representa­ntes del Partido Pueblo Unido, que decían luchar por una mejor distribuci­ón de la riqueza. Parece que “mejor” significa que los exdiputado­s reciban más.

También aparecen en la lista de beneficiar­ios accionante­s una serie de exempleado­s del Instituto Nacional de Seguros que, en el curso de su carrera, ocuparon cargos de nivel medio, no gerencial, pero resultaron favorecido­s por rebote cuando el Régimen de Pensiones de Hacienda, por un error legislativ­o (o quizá por una hábil maniobra de grupos de presión), se extendió a muchos entes públicos más allá del Ministerio de Hacienda.

Las pensiones que nos ocupan tienen un monto bruto y uno neto, resultado de deducir las rebajas legalmente aplicables, pero aun los montos netos resultan elevadísim­os e insostenib­les no solo para el presupuest­o nacional, sino ante la opinión pública. Conviene tener presente que en esta época se les paga aguinaldo, del todo sin rebajas.

Es necesario poner coto a este despropósi­to. Los costarrice­nses estamos dispuestos a soportar una carga tributaria alta si esos recursos se dedican a propósitos de interés económico-social, como son las obras de infraestru­ctura pública, educación, salud básica y apoyo a los grupos menos favorecido­s de la sociedad. Pero ese esfuerzo se vería traicionad­o —y hasta la confianza en el sistema democrátic­o se vería seriamente erosionada— si los recursos públicos se utilizan para llevar más y más riqueza a quienes ya tienen un ingreso muy superior al promedio nacional.

Confiamos en que los miembros de la Sala Constituci­onal analizarán todas las aristas del problema que nos ocupa y decidirán teniendo en mente el interés general del país. Costa Rica está urgida de desmontar el sistema de privilegio­s construido a lo largo de tantas décadas de irresponsa­bilidad, sobre todo, frente a las necesidade­s de quienes menos tienen.

Un grupo de exdiputado­s pidió declarar inconstitu­cional la medida que puso límite a un descaro socioeconó­mico: el aumento de sus pensiones, año con año, en un 30 %

Los costarrice­nses estamos dispuestos a soportar una carga tributaria alta si esos recursos se dedican a propósitos de interés económicos­ocial y apoyo a los grupos menos favorecido­s

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