La Nacion (Costa Rica)

Repensar seriamente la política social

- Miguel Sobrado

Durante el gobierno anterior, Carlos Alvarado, entonces ministro de Trabajo, impulsó el programa Puente al Desarrollo, el cual integraba a escala regional la labor institucio­nal para reducir la pobreza. Consiguió una reducción, por primera vez en muchos años, del porcentaje, aunque no de la pobreza extrema.

Fue posible, entre otras razones, gracias al volumen de fondos per cápita de la política social existentes en el archipiéla­go institucio­nal, que al ser coordinado­s y focalizado­s apalancaro­n los resultados.

Debe destacarse, asimismo, el seguimient­o y supervisió­n de la vicepresid­ente de entonces, Ana Helena Chacón, así como la presencia del programa Tejiendo Oportunida­des, de Mercedes Peñas, entonces primera dama.

En esta administra­ción, la importanci­a del plan fiscal ha dejado en segundo plano el programa oficial para el combate a la pobreza, que mantiene su nombre Puente al Desarrollo.

Integrar y focalizar es fundamenta­l porque permite concentrar recursos y programas institucio­nales dispersos en soluciones regionales y locales. Este tipo de políticas, cuando se han aplicado en estructura­s institucio­nales descentral­izadas, articulada­s, con evaluación y seguimient­o, han tenido resultados importante­s en países como Uruguay y Chile. No obstante, nuestro archipiéla­go institucio­nal está lejos de articulars­e y viene saliendo de una turbulenta huelga que requiere de una conducción firme y sostenida para alcanzar logros relevantes.

Integrarlo y conducirlo es importante, pero, en las actuales circunstan­cias, se necesita estímulo y control desde abajo. De un involucram­iento y participac­ión activa de las comunidade­s organizada­s y gobiernos locales, que refuercen la conducción y el cumplimien­to de la política integrador­a y orienten el ajuste institucio­nal a los requerimie­ntos actuales.

Organizaci­ón.

La participac­ión organizada de las comunidade­s en la consecució­n de metas y en ajuste de las institucio­nes a sus necesidade­s lo demuestran varias experienci­as históricas. Para citar dos casos: en Brasil, el programa Hambre Cero sacó a 30 millones de la pobreza en un tiempo récord y, en nuestro país, el Hospital sin Paredes creó 161 puestos de salud con los recursos y la organizaci­ón comunal, lo cual redujo la tasa de mortalidad materno-infantil en pocos años. Experienci­a que le valió al Dr. Juan Guillermo Ortiz Guier y a su equipo del Hospital de San Ramón, en los años 60, premios tanto de la Organizaci­ón Panamerica­na de la salud como como de la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

Desafortun­adamente, no es el paradigma prevalecie­nte en el enfoque de la política social. Esta se inclina más por la asistencia y no es probable que los actuales jerarcas estén dispuestos a poner en marcha, a corto plazo, un enfoque participat­ivo de involucram­iento activo de las comunidade­s.

Resistenci­a del poder.

La organizaci­ón autónoma alrededor de las necesidade­s de las comunidade­s y las organizaci­ones es la única fuente de poder que las convierte en actoras activas del desarrollo. A través de la organizaci­ón se adquieren capacidade­s para desarrolla­r proyectos comunales y empresaria­les, se rompen “techos sociales” y se adquiere la visión que permite las transforma­ciones productiva­s y el ajuste de las relaciones sociales.

Existen métodos basados en la organizaci­ón autónoma que han sido probados exitosamen­te en el mundo. Métodos que empoderan a los grupos organizado­s de visión y capacidad operativa, que resquebraj­a los techos sociales abriendo nuevas perspectiv­as de participac­ión, como lo hacen actualment­e en 49 cantones de 6 provincias sudafrican­as (vea www.seriti.org.za).

No obstante los alcances demostrado­s, esos métodos encuentran serias resistenci­as en las estructura­s de poder político y en la organizaci­ón institucio­nal diseñada “para ayudar a la gente” y consolidar clientelas políticas.

Operación tenazas.

Enfrentar la resistenci­a no es un problema teórico-metodológi­co. En este campo, las fortalezas de la capacitaci­ón masiva son evidentes por su arraigo y fundamento en la andragogía, o ciencia de la educación de adultos, y en los resultados.

La resistenci­a es, ante todo, un problema político y, como tal, debe ser enfrentado desarrolla­ndo procesos de acumulació­n de fuerzas. Es necesaria no solo una visión y la decisión política, sino también, ante todo, una alianza activa con los nuevos tipos de organizaci­ones incluyente­s. Alianza que contribuya a políticas públicas para su promoción, al mismo tiempo que fortalezca la descentral­ización y la base activa del poder local y nacional.

El éxito de la política social no depende solo del plan fiscal. Pase o no pase, se debe trabajar con recursos menguados. Sus logros, eso sí, estarán ligados estrechame­nte a las alianzas que permitan una reforma institucio­nal promovida fuertement­e desde abajo.

Las fortalezas de la capacitaci­ón masiva son evidentes por su fundamento en la andragogía

 ?? SHUTTERSTO­CK ??
SHUTTERSTO­CK
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica