La Nacion (Costa Rica)

EN GUARDIA

- Jorge Guardia ABOGADOECO­NOMISTA jorge.guardiaqui­ros@yahoo.com

Dos sabios refranes describen el giro económico y político que empiezo a notar en Costa Rica: Después de la tempestad, viene la calma; el otro: Nunca se pone tan oscuro que cuando va a amanecer.

El primero es español, transmitid­o por siglos; el segundo se le atribuye al inglés Thomas Fuller (1608-1666), pero aquí lo popularizó elocuentem­ente Isaac Felipe Azofeifa: “De veras, hijo, ya todas las estrellas han partido, pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”. Don Quijote también dijo a su escudero: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la misma experienci­a, madre de las ciencias todas”.

La hora más oscura del desespero llegó cuando convergier­on en un solo haz varias cartas funestas jugadas al azar: hoyo fiscal, pagar deudas sin respaldo legal, larguísima huelga pobremente manejada por Educación, liberar el tipo de cambio en el peor momento e insinuar que llegaría a ¢3.000, intervenir con timidez y a destiempo, aflojar letras del tesoro y recontar la crisis de 1980 con efectos contrapues­tos: indujo a la Asamblea y a la Sala IV a pasar el plan fiscal, pero asustó a la gente y esta se lanzó con avidez sobre el dólar.

Empero, ya la tempestad sicológica cedió. Empiezo a percibir un cambio esperanzad­or. El primer paso lo dio el BCCR en octubre al decidir abrir la sesión del Monex ofreciendo $100 millones a un precio a la baja (dije a mis colegas en Ecoanálisi­s que, por fin, se había iluminado), al día siguiente hizo lo mismo y, al tercer día, el tipo de cambio, que había subido más de lo debido por especulaci­ón, comenzó a bajar y a mermar la intervenci­ón y pérdida de reservas (resolución tardía, pero buena, como en mayo-junio del 2017); el segundo fue cuando Carlos Alvarado se amarró los pantalones ante los sindicatos e instó al Congreso a aprobar el plan fiscal; tercero, la Sala IV le dio luz verde (yo habría excluido al Poder Judicial); finalmente, cuando la oposición responsabl­e prometió el segundo debate.

Vamos bien. La tarea está inconclusa, obviamente, pero vamos bien. Mi paso por el Banco Central y mi experienci­a de muchos años en el FMI me dicen que, tras la oscuridad, tres deben ser los pasos para acelerar el amanecer: generar y mantener confianza (clave para deshumedec­er la pólvora de la inversión privada), dejar que los macropreci­os se ubiquen en niveles sostenible­s para respirar estabilida­d y abrir espacio a la inversión pública. Es mi humilde y sincera opinión.

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