La Nacion (Costa Rica)

Huelga para nada

- Armando Mayorga JEFE DE REDACCIÓN amayorga@nacion.com

¿De qué manera benefició la huelga a los 66.000 funcionari­os del MEP (80 %) que se ausentaron de escuelas y colegios durante los últimos 88 días? La respuesta está en dos palabras: para nada. Más bien, salen como los grandes perjudicad­os y los responsabl­es de atentar contra la educación y alimentaci­ón de miles de estudiante­s.

Es evidente que la huelga fue un fracaso porque, si su fin era paralizar la reforma fiscal, fallaron en el intento de torcer los brazos al gobierno, a la mayoría de los diputados e incluso a la Sala IV.

La huelga comenzó fuerte el 10 de setiembre, pero en el camino muchos sindicatos se fueron bajando de ese tren y, al final, los educadores se quedaron descarrila­dos.

Lo que ganaron fue descrédito porque sus actos erosionaro­n la muy buena reputación que muchos docentes le habían forjado a su profesión. En los primeros días, en las calles, mostraron la clase de gente que da clases y ejemplo a los niños y adolescent­es. La misma sentencia de un juez de Trabajo, en primera instancia, los tachó de violentos, y lo peor de todo es que algunos maestros, en sus perfiles de Facebook, hicieron alarde de lo que son capaces de hacer en los bloqueos.

Ganaron desprestig­io porque, sin mayor pena, negaron educación a estudiante­s en condición económica vulnerable, pues sus familias carecen del dinero para pagar centros educativos privados.

Durante los 62 días efectivos de clases que se han perdido no les importaron los niños de primer grado que están en proceso de aprender a leer y que arrastrará­n a segundo grado esa deficienci­a. Menos, tuvieron considerac­ión por los escolares que pasan de sexto grado a colegio con una insuficien­te preparació­n. Ni se diga los de bachillera­to, quienes aprobaron, pero todos sabemos que salen con grandes lagunas porque de no ser por los puntos que les regaló el MEP, quedarían reprobados.

El Estado de la Educación, en su informe de este año, señaló que el MEP falla en evaluar la vocación de los educadores al reclutarlo­s. La huelga, confirma que vocación es lo que más falta.

Al menos, otro 20 % de educadores, que han laborado bajo amenaza, ratifican que sí hay personas con amor y pasión por educar.

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