La Nacion (Costa Rica)

Calendario destaca los 12 edificios que cambiaron la Costa Rica del siglo XX

→Periodo cubierto va de 1900 a 1920; casi todas las estructura­s se ubican en San José →Se incluyen otros inmuebles ‘de gran dignidad constructi­va’, pero hoy inexistent­es

- Lucía Astorga lucia.astorga@nacion.com

Cuando el Teatro Nacional se erigió en 1897, su presencia fue tan imponente que el resto del casco central de la ciudad de San José comenzó a levantarse respetando su señorío y estilo neoclásico.

Poco a poco, las casitas de adobe y modestas estructura­s existentes dieron paso a otras que, para esa época, eran de carácter “monumental” y de gran elaboració­n arquitectó­nica. Biblioteca­s, colegios, estaciones del ferrocarri­l y correos, son algunos de estos edificios que fueron transforma­ndo la imagen capitalina y la de otras ciudades costarrice­nses durante las primeras décadas del siglo XX, inversione­s con las que la clase dirigente de entonces pretendía reflejar el progreso del país.

El Consejo Internacio­nal de Monumentos y Sitios (Icomos) y la Editorial de la Universida­d de Costa Rica escogieron 12 representa­ntes de esta época para que fueran protagonis­tas de la edición 2019 de su tradiciona­l calendario.

El periodo que se cubre va de los años 1900 a 1920 y las estructura­s se ubican principalm­ente en la provincia de San José, aunque también se incluyeron algunas de Heredia y de Cartago.

Gigantes del pasado. A partir de 1880 comenzaría la construcci­ón de grandes “templos” educativos en San José, entre los que destacan el Colegio Superior de Señoritas, el Liceo de Costa Rica y el Colegio Nuestra Señora de Sión.

El Liceo de Heredia, el antiguo Instituto de Alajuela y el San Luis Gonzaga, en Cartago, son otros destacados ejemplos.

También entran a escena edificios dedicados al ocio de la población, donde destaca el Teatro Variedades.

Se suma la construcci­ón de parques, paseos y la colocación de estatuas en el centro de los principale­s cascos urbanos.

En el campo de las comunicaci­ones, figuran la construcci­ón de estaciones ferroviari­as, entre las que ocupa un lugar fundamenta­l la estación al Atlántico. Los edificios que albergaban a los bancos Nacional, Anglo y de Costa Rica son parte de este desarrollo, junto a inmuebles que se levantaron para ser sede de grandes boticas (farmacias), hoteles, hospitales, mercados y palacios municipale­s.

Paulatinam­ente, en los principale­s centros urbanos del Valle Central, la arquitectu­ra colonial de adobe se fue sustituyen­do por el bajareque, la piedra, el ladrillo e incluso el metal.

Mientras, en el centro de San José comenzaron a surgir edificios para almacenes que se convirtier­on en referentes como La Mascota y La Dispensa, o La Alhambra, Steinvorth y Knohr. Estos últimos tres aún se mantienen en pie.

Herencia liberal. El cambio que sufrió el escenario urbano se dio en el marco de un intenso intercambi­o cultural, acompañado de un crecimient­o de la población y, en el plano ideológico, de un fortalecim­iento de la ideología liberal con sus lemas de progreso, orden y civilizaci­ón.

Así comenzaron a surgir desde finales del siglo XIX e inicios del XX, edificios “monumental­es” de índole público y privado, que también buscaban afianzar el poder político de las élites gobernante­s por medio del fomen-

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