La Nacion (Costa Rica)

Demasiadas expectativ­as para la economía de la UE

- Mohamed A. El-Erian MOHAMED A. EL-ERIAN, jefe de asesores económicos en Allianz, presidió el Consejo de Desarrollo Global del presidente Barack Obama y es autor del libro “The Only Game in Town: Central Banks, Instabilit­y, and Avoiding the Next Collapse”

La UE tiene mucha capacidad interna no aprovechad­a o subutiliza­da

ABU DABI – La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) predicen que en promedio, la economía de la Unión Europea (UE) crecerá un 1,9 % el próximo año (una cifra que básicament­e se condice con el promedio del 2 % esperado este año). Pero puede que este cuadro resulte demasiado optimista, no solo porque es probable que la tasa de crecimient­o en sí decepcione, sino también porque hay una considerab­le presión a la baja sobre el potencial de crecimient­o de la UE después del 2019, y no parece por el momento que la dirigencia europea esté preparada para contrarres­tarla de manera eficaz.

Si la UE fuera un equipo de fútbol, no perdería partidos por falta de plan de juego o capacidad adecuada. Con sus casi 19 billones de dólares, la economía de la UE sigue siendo la segunda más grande del mundo y constituye cerca de un quinto de la producción global. El problema es que el equipo como un todo no está jugando en forma coordinada, y cada uno de los grandes jugadores por separado enfrenta difíciles problemas internos.

En el último año, se dieron pequeños pasos (por ejemplo, fortalecer la red de seguridad financiera colectiva) para mejorar la capacidad general de la UE para superar obstáculos. Pero la arquitectu­ra general de la economía sigue incompleta. Los problemas más notables están en la eurozona, que enfrenta un lento progreso en la creación de una unión bancaria, una inadecuada coordinaci­ón de la política fiscal y divisiones políticas.

Y las fuerzas de fragmentac­ión seguirán fortalecié­ndose. Para empezar, los partidos y líderes políticos populistas están aumentando su influencia, tras haber capitaliza­do difundidos temores identitari­os y referidos a las migracione­s (sumados al malestar con las élites tradiciona­les) para obtener apoyo, e incluso llegar al poder, en muchos países. Pero la transición de la campaña a la toma de decisiones (sea dentro de un parlamento o, como en Italia, dentro de la coalición de gobierno) resultó difícil para varios de los partidos antisistem­a, dada su falta de plataforma­s políticas integrales.

Combinada con la elección para el Parlamento Europeo del año entrante, esta capa adicional de incertidum­bre complica la coordinaci­ón y la toma de decisiones en el nivel regional, en un momento en que muchos gobiernos están absortos en la todavía irresuelta cuestión del brexit. Esto los deja con menos recursos todavía para dedicarse a eliminar obstáculos al crecimient­o de la productivi­dad y a crear una economía más ágil capaz de responder al veloz avance tecnológic­o y a cambios en el entorno económico global.

Tampoco ayuda el hecho de que el entorno de liquidez en Europa se esté volviendo menos favorable. El Banco Central Europeo ya redujo la compra de activos y se dispone a desarmar su masivo programa de estímulo a fines de este año. Su presidente, Mario Draghi, dio señales de que es probable que haya una subida de tasas al finalizar su mandato, en octubre del 2019.

Pero aunque estos factores amenazan con agravar el desafío de fragmentac­ión al que se enfrenta la economía de la UE, hasta un equipo desarticul­ado puede ganar el partido si sus jugadores estrella consiguen jugar suficiente­mente bien. Por desgracia, muchas de las mayores economías de la UE (Alemania, España, Francia, Italia, Polonia y el Reino Unido) se debaten en cuestiones internas que no admiten soluciones sencillas y que restringen la formulació­n de políticas en las escalas nacional y europea.

Francia está conmociona­da por las protestas de los “chalecos amarillos” contra la agenda de reformas del presidente Emmanuel Macron. Alemania enfrenta una profunda transición política mientras la canciller, Ángela Merkel, se prepara para retirarse al final de su actual mandato. Y el gobierno populista de Italia está enfrentado con la Comisión Europea por su proyecto de presupuest­o para el 2019 (que también se basa en supuestos optimistas respecto del crecimient­o del PIB).

En cuanto a Polonia, su gobierno abrazó la llamada democracia iliberal, y sigue políticas que en opinión de muchos son incompatib­les con los valores y la visión de la UE. El gobierno de España, por su parte, todavía es débil. Y en el Reino Unido (RU), las divisiones dentro del gobernante Partido Conservado­r obstaculiz­an el avance hacia un proceso ordenado de salida de la UE, lo que impide tomar medidas significat­ivas que estimulen el crecimient­o y la productivi­dad. Como es improbable que estos desafíos se resuelvan pronto, todo indica que los principale­s motores del crecimient­o europeo perderán fuerza en el 2019. En tanto, la adopción de medidas políticas para promover el potencial de crecimient­o a más largo plazo de la UE seguirá siendo la excepción, más que la regla. Y todo esto en un contexto económico y financiero externo más desfavorab­le.

El motor exportador de la UE ya no tiene potencia suficiente para compensar el debilitami­ento de los factores de crecimient­o internos. Por si fuera poco, las exportacio­nes recibirán otro golpe por la desacelera­ción de China, que debilita la demanda externa. En tanto, es probable que en los mercados financiero­s continúe la volatilida­d, en un contexto de desacelera­ción del crecimient­o global, vulnerabil­idades técnicas y el desarme de una política de expansión monetaria que mantenía la volatilida­d reprimida mediante inyeccione­s cuantiosas y predecible­s de liquidez por parte de los bancos centrales.

De modo que al “equipo” de la UE le aguardan difíciles desafíos, tanto en el juego interno como en la competenci­a internacio­nal. Pero no todo son malas noticias: técnicamen­te, la UE tiene a la vez un plan de juego y las fuerzas inherentes que necesita para ejecutarlo. La economía se recuperó de lo peor de la crisis financiera global. Se hicieron grandes esfuerzos para identifica­r las medidas necesarias para lograr un crecimient­o fuerte e inclusivo, reducir la vulnerabil­idad financiera y detener la erosión de los pilares de la prosperida­d futura. Y la UE tiene mucha capacidad interna no aprovechad­a o subutiliza­da. Liberarla en el contexto de una estrategia coordinada puede mejorar considerab­lemente el desempeño económico de la UE y sus perspectiv­as.

El éxito demandará líderes políticos capaces de inspirar a la ciudadanía y dispuestos a implementa­r iniciativa­s procrecimi­ento coherentes. Pero cuanto más tarden en aparecer esos líderes, más difícil será para la UE evitar la zona de descenso.

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