Hacia el 19
Cada cambio de año es importante no por su dimensión real o tangible, sino por el significado que le atribuimos: oportunidad para iniciar, replantear, repasar o dejar atrás. Estas acciones podemos emprenderlas en cualquier momento; sin embargo, generan mayor compulsión o esperanza —individual o colectiva— en las inmediaciones de cada 1.° de enero. Siguiendo esta tradición, que comparto, me atrevo a mencionar algunos grandes retos para el 2019.
Primero, una lista parcial de lo obvio, pero no por ello sencillo: la aplicación de una reforma fiscal inédita en muchos de sus componentes, el impulso a una economía decaída, la negociación y aprobación (espero) de cambios en el reglamento legislativo y las normas que regulan las huelgas en servicios básicos, y la actualización (más funcional que fiscalista) del empleo público.
■■■
Todo lo anterior se refiere a focos relativamente concentrados en decisión y ejecución. Pero enfrentamos tareas de mayor calado. Rebasan el lapso de 12 meses. Y aunque vienen de atrás y seguirán hacia adelante, nos desafían en el presente.
Menciono el ambiente, el ordenamiento territorial, la movilidad urbana, el envejecimiento de la población y todo lo que implican. Pero hoy me centro en un desafío más difuso que, si no atendemos pronto y bien, puede salirse de cauce. Se trata de reducir brechas: en ingreso, oportunidades, desarrollo territorial, educación y otros servicios, por supuesto. Pero también en dimensiones menos visibles: nuestras anclas de identidad, la concepción del Estado y los grados de participación política; la tensión entre valores grupales y derechos individuales, entre las esferas religiosas y civiles, y entre un “nosotros” egoísta y un “otros” empático.
■■■
Parte del éxito costarricense se asienta en la capacidad para sobreponer a esas fisuras o fracturas un relato colectivo que, basado en realidades tangibles, nos cohesiona, orienta, motiva e impulsa hacia los consensos básicos, la tolerancia y la solidaridad. Sin embargo, la mezcla de enojos justificados, fragmentación mediática y manipulación interesada ha erosionado esa amalgama, agudizado la percepción de las brechas reales y reducido la capacidad de abordarlas. Quizá el nuevo año nos ayude a hacerlo mejor. Es mi deseo. Feliz 2019.
■