Herediano épico, Saprissa cómico
Este saprissista quiere extenderle al Club Sport Herediano una felicitación desde el epicentro mismo de su alma morada.
El Team ganó el campeonato épicamente, en terreno enemigo, remontando dos veces marcadores adversos, e imponiéndose al fin por 3-2.
Mi felicitación es sincera, me sale de ese estrato profundo donde hierve el magma de nuestras emociones.
Saprissa perdió por las siguientes razones:
1-Herediano tenía la mejor planilla del campeonato: a eso no hay que darle vueltas.
2-Vladimir Quesada es un buen técnico, pero no tiene todavía la lectura de juego de Jafet Soto, su colmillo, su malicia, ni su indoblegable convicción ganadora.
Algunos de sus cambios en el partido final fueron desacertados.
3-Desde Keylor Navas, Saprissa no ha contado con los servicios de un portero de verdadera jerarquía. Kevin Briceño fue un desastre en ambos partidos.
En el gol de Jimmy Marín no se resuelve ni a permanecer en su valla (caso en el cual no se lo hubieran bañado), ni a salir al achique, a enfrentar al delantero. Se queda a medio camino, trémulo, inseguro, balbuciente… en la posición ideal para que le hicieran un globito. Y eso fue exactamente lo que sucedió.
Mientras que Herediano saltó a la cancha con una muralla llamada Leonel Moreira, Saprissa contrapropuso a un portero de peluche.
4-La autoexpulsión de Alejandro Cabral le costó a Saprissa el partido. Un cabezazo brutal, alevoso, amén de perfectamente innecesario. Cuando lo perpetra ya tenía una tarjeta amarilla.
Si yo fuese directivo del Saprissa lo habría expulsado de la institución esa misma noche, le habría rescindido el contrato antes del pitazo final. Fue la jugada más estúpida, improcedente y onerosa del campeonato.
Que vaya mejor a dar cabezazos a los potreros y montazales de los que hubiera hecho bien en no haber salido.
5-Había un gol, en toda su carrera, que Jairo Arrieta no podía, no debía, no estaba en el derecho de permitirse botar… y por supuesto, lo botó.
Yo lo mandaría a practicar disparos solo contra el marco cuatro horas diarias por los próximos diez años. A los cuarenta y cinco tal vez ya haya aprendido a enfrentar este tipo de situaciones.
Ganó el mejor. Ganó el cuadro que tenía más sed de triunfo. Peor que malo, Saprissa fue un equipo tonto.
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