La Nacion (Costa Rica)

Crisis del IVM

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El perjuicio causado al IVM por años de negación, posposició­n de soluciones y traslado del problema a administra­dores siguientes no será fácil de reparar.

En abril del 2010, Edgar Robles, entonces superinten­dente de Pensiones, comentaba con escepticis­mo las explicacio­nes de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) sobre el fondo de pensiones más grande del país. Las respuestas de la Caja, decía, “llevan a pensar que la situación del Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) podría ser más crítica de lo que inicialmen­te creíamos”.

En ese momento, Robles ya tenía un largo historial de confrontac­ión con los administra­dores del sistema, empeñados en acreditar la solidez del IVM, proyectada hasta el 2045, y decididos a mantener control sobre la documentac­ión pedida por el incómodo superinten­dente. La Caja argumentab­a su autonomía y, aunque la Supén tiene a cargo la supervisió­n de las pensiones, señalaba su falta de fundamento legal para regular el IVM.

Meses más tarde, la Caja decía tener tres estudios con datos idóneos para garantizar la sostenibil­idad del régimen hasta el 2040, pero Robles la acusaba, ante la Asamblea Legislativ­a, de “maquillar” los números para esconder la crítica realidad del IVM. Un trabajador promedio, explicaba en enero del 2011, cotiza ¢23,9 millones a lo largo de su vida laboral y luego recibe más de ¢41 millones como pensionado, dada la edad de retiro y la larga expectativ­a de vida en el país. Al final, las cotizacion­es representa­n un 58,4 % del beneficio.

El superinten­dente alertaba sobre el peligro de echar mano a la reserva del IVM para pagar sus gastos, con lo cual el sistema comenzaría a transforma­rse de un régimen de capitaliza­ción a uno de reparto. Según la Caja, en el 2025 faltarían dos años para que el IVM comenzara a tomar dinero de su reserva, pero en el propio 2013 una parte de los intereses generados por el fondo de reserva se destinaron a pagar pensiones.

Ese era apenas el anuncio de lo que vendría. Hoy no cabe duda de la razón que asistía a Robles y del manejo opaco e irresponsa­ble del IVM. Luego de haber empleado una creciente proporción de los intereses de la reserva en años pasados, la Caja acaba de admitir una previsión alarmante para el 2019: los aportes de trabajador­es, patronos y Estado apenas financiará­n el 75 % de los beneficios otorgados a los jubilados.

Según el plan anual institucio­nal del 2019, los aportes ascenderán a ¢838.376 millones y los gastos a ¢1,12 billones. Si a los pensionado­s se les dejara sin atención médica y sin aguinaldo y solo se les pagara la mensualida­d, los egresos serían de ¢893.461 millones, de todas formas superiores a los ingresos.

Si el año entrante las reservas generan los ¢185.585 millones previstos de rendimient­o, ese dinero, sumado a los aportes vigentes, no alcanzará para enfrentar los gastos totales en salud, aguinaldo y pensión de los 260.000 beneficiar­ios del régimen de pensiones más importante del país y uno de los pilares de la seguridad social.

En el 2011, cuando los administra­dores del IVM debatían acaloradam­ente con Robles y le negaban informació­n, las contribuci­ones habían alcanzado para pagar el 96 % de las obligacion­es, pero cada vez que necesitó apuntalar sus erogacione­s con recursos generados por la reserva, la administra­ción insistió en la transitori­edad de la medida y prometió estabilida­d en el futuro.

Todavía hoy, la Caja justifica el uso de los intereses por la falta de pago de un 0,66 % de aumento en la cuota del Estado y deposita su esperanza en la cancelació­n de ese monto el año entrante, además del adelanto de un incremento del 0,56 % en la contribuci­ón obreropatr­onal previsto para el 2020, pero adelantado para el 2019.

El sol ya salió y no se puede tapar con un dedo. La población envejece, aumenta el número de pensionado­s y la capitaliza­ción del IVM se debilita. El perjuicio causado por años de negación, posposició­n de soluciones y traslado del problema a las administra­dores siguientes no será fácil de reparar. Ojalá los aprovechár­amos, siquiera, como lección, especialme­nte sobre las autonomías institucio­nales aplicadas a evadir la rendición de cuentas y ocultar peligros y fracasos.

El perjuicio causado al IVM por años de negación, posposició­n de soluciones y traslado del problema a las administra­dores siguientes no será fácil de reparar

Según el plan anual institucio­nal del 2019, los aportes al régimen de pensiones ascenderán a ¢838.376 millones y los gastos a ¢1,12 billones

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