El país de las obras inconclusas
Los puentes de la vía a Caldera no condujeron a ninguna parte durante años hasta que la concesionaria logró conectarlos.
El gobierno decidió hablar con realismo y, lejos de reiterar las promesas del pasado sobre la conclusión de urgentes obras viales, anunció la construcción del 30 % de tres vías estratégicas: San JoséSan Ramón —que estaría en funcionamiento si la contratación con la empresa brasileña OAS no hubiera descarrilado—, la nueva carretera a San Carlos —concebida hace medio siglo y comenzada hace décadas— y el corredor vial entre la capital y Cartago, en lista de espera desde hace diez años.
El Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) hace bien en resistirse a prometer si no se cree capaz de cumplir, pero el estado de la cuestión es inaceptable. Costa Rica es el país de las obras inconclusas y, cuando las termina, es porque consiguió, casi milagrosamente, hacer el último tramo entre un trozo de obra y otro más adelante.
Los puentes de la carretera a Caldera no condujeron a ninguna parte durante muchos años hasta que la concesionaria logró conectarlos. Hay una oferta para ampliar la ruta mediante la renegociación del contrato de concesión. Las autoridades deben asegurarse de la conveniencia del nuevo acuerdo, pero a nadie se le ha ocurrido firmarlo para resolver una tercera parte.
El tramo Sifón-La Abundancia es el nudo gordiano de la nueva carretera a San Carlos. Está entre la punta norte y la punta sur, dividido, a su vez, por un puente construido sobre terrenos falseados y otras fallas. El puente sobre el río Laguna se está hundiendo en el terreno y un deslizamiento en el kilómetro 21 se desplaza con rapidez. Los expertos mantienen un debate sobre la posibilidad de cambiar la ruta.
Agotado el 95 % del presupuesto y transcurridos trece años de trabajo, el trecho de 29,7 kilómetros está listo en un 60 %. Los puentes sobre los ríos Espino y La Vieja tienen un 30 % de avance y el del río Laguna parece estar en menos de cero porque, si la ruta no cambia, antes de reconstruirlo será necesario demolerlo.
Por otra parte, el MOPT y el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) cancelaron la apertura del primer tramo de la Circunvalación Norte, prevista para diciembre, porque faltan el puente sobre la quebrada Rivera y la intersección en La Uruca. En ambos casos, están pendientes las expropiaciones, sometidas a examen judicial por los interesados.
Pero el trayecto entre las cercanías del supermercado Palí, en Cuatro Reinas de Tibás, y la escuela Rafael Vargas, en Colima, no completará la obra, cuya construcción se hace en cuatro tramos previstos desde el 2015 para comenzar a trabajar sin contar con todos los terrenos necesarios. Los avances en cada etapa llevan ritmos diferentes y no está claro cuándo se logrará el empate del conjunto.
Ni siquiera hay certeza de la fecha de conclusión de las dos obras que impidieron la inauguración porque todo depende de los procesos judiciales. Según el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), el trayecto no ofrecería ninguna ventaja en ausencia del puente y la intersección.
Hay circunstancias, por supuesto, en que la construcción por tramos realmente acelera el desarrollo de la obra o sirve a otras exigencias de un proyecto, pero eso no exime de la consideración de la obra en su conjunto y las previsiones necesarias para asegurar su conclusión. Debemos dejar de hacer puentes para idear cómo conectarlos varias décadas más tarde, como sucedió en la ruta 27. Los estudios de suelo deben preceder a la obra, no a la inversa, como en Sifón-La Abundancia y, cuando menos, es preciso completar los ajustes al procedimiento de expropiación, también hechos a poquitos y con muy malos resultados.
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Los puentes de la carretera a Caldera no condujeron a ninguna parte durante muchos años hasta que la concesionaria logró conectarlos
El fallido tramo Sifón-La Abundancia está entre la punta norte y la punta sur de la vía a San Carlos, dividido, a su vez, por un puente construido sobre terrenos falseados