Graduados universitarios
Informa este periódico en su edición del 11 de enero 2018 que 1.277 graduados hicieron prueba de incorporación al Colegio de Abogados y solo un 10% la aprobaron.
En una curva de distribución normal, eso es totalmente inesperado, algo ocurre: o la formación universitaria que se está ofreciendo es deficiente o las pruebas internas de las universidades son muy laxas, o la prueba del Colegio es inadecuada.
¿Está bien fundamentada la prueba del Colegio? Diseñar una prueba no consiste simplemente en hacer una colección de preguntas.
Hay que distinguir qué es lo que se quiere medir. ¿Conocimientos, destrezas, actitudes? Porque un buen graduado no es solo conocimiento.
Y si se quisiera medir conocimientos, ¿Se quieren medir los fundamentales indispensables o los de detalle subsanables a través del ejercicio? ¿Se quiere que el graduado recite memorísticamente o que muestre que es capaz de utilizar sus conocimientos para producir juicios válidos? La prueba debe ser eficaz.
Nunca será perfecta, pero debe ser buena.
No se vale que las universidades solo ataquen la validez de la prueba.
Aunque muy perjudicial sería ajustar los procesos de enseñanza aprendizaje (PEA) a una prueba mal diseñada, es preferible una prueba deficiente que la ausencia total de esta. Contra la primera se puede recurrir, lo segundo nos deja en la ignorancia.
Las universidades están obligadas a decirle a la sociedad costarricense cómo conducen los PEA, y cómo se aseguran de estar produciendo los resultados esperados y los obtenidos.
Deben evaluar productos. No solo insumos. Ambas cosas difieren. Deben asegurar que cumplen con las condiciones necesarias, pero eso no es suficiente.
Cuando se prepara mal a un estudiante, el estropicio principal es con el tiempo que ha dedicado a prepararse, ese no se puede sustituir, ni devolver, ni indemnizar: se fue para siempre y esa es una fuente de responsabilidad de las instituciones educativas. META DE LA RESERVA FEDERAL ES DE 2% WASHINGTON AFP- Los precios al consumidor en Estados Unidos bajaron en un 0,1% en diciembre respecto al mes anterior, debido principalmente a la caída del costo de la energía, indicó el Departamento de Trabajo.
La inflación interanual se situó en un 1,9% en diciembre, por debajo del 2,2% del mes anterior, cayendo bajo el objetivo del 2% por primera vez desde agosto de 2017.
Esencialmente, fueron los precios de la gasolina los que hicieron bajar el índice: excluyendo los precios de la energía y los alimentos, que subieron un 0,2% en el mes y un 2,2% respecto a diciembre de 2017, como en noviembre.
Pero, aparte de los sectores afectados por la evolución de los precios energéticos, como el transporte, muchos precios están aumentando.
Este es el caso de alquileres y viviendas (0,3%), asistencia médica (0,4%) y gas para calefacción (5,6%). Los precios de los alimentos subieron un 0,4%, su mayor aumento en al menos seis meses.
Los precios de los autos se estancaron, y las tarifas del transporte bajaron un 0,2%.
Otra medida de inflación, el índice PCE, un barómetro que la Reserva Federal (Fed) estadounidense prefiere porque se basa en el gasto real de los consumidores, aumentó un 0,1% en noviembre y un 1,8% interanual. Cayó por debajo del objetivo del 2% que tiene la Fed.
La autoridad monetaria celebrará una reunión los días 29 y 30 de enero y ahora parece estar adoptando una actitud “paciente” antes de elevar las tasas de interés, dijeron recientemente su presidente, Jerome Powell, y varios miembros del Comité Monetario.
“Este descenso mensual del 0,1% no debería preocupar a la Fed porque se debe a la caída de los precios del gas”, afirmó Ian Sheperdson, de Pantheon Macroeconomics.
Agregó que la llamada inflación subyacente (sin contar los costos volátiles de la energía y los alimentos), aunque se mantiene relativamente firme, “no parece apoyar la idea de que Estados Unidos enfrenta presiones desinflacionistas”.
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