Joven que alzó voz a Ortega: ‘Ofreció $55.000 por mi cabeza’
Lesther Alemán dice recibir amenazas desde que encaró a presidente de su país
Desde que el estudiante universitario Lesther Alemán increpó cara a cara a Daniel Ortega en una mesa de diálogo, las amenazas en su contra no han cesado.
El muchacho alzó su voz en medio de decenas de personas que se encontraban en un salón de reuniones del seminario Nuestra Señora de Fátima, en Managua, y le aclaró directamente al presidente que esa mesa era para negociar su salida.
Era el 16 de mayo del 2018 y estaba por cumplirse un mes del inicio de las protestas que desencadenaron la crisis política en Nicaragua.
Aunque fue un día histórico para la delegación estudiantil que estaba liderando la revolución social, también representa un punto de inflexión en la vida del joven de 21 años y estudiante de Comunicación.
Desde entonces, empezó el asedio y la persecución contra él y su familia. Afirma que no quería irse de Nicaragua hasta que se convenció de que su vida estaba en peligro. Ahora está exiliado en Estados Unidos.
Alemán estuvo de visita en Costa Rica y conversó con La Nación el viernes 8 de febrero, para relatar las amenazas que ha afrontado y detallar cómo ha cambiado su cotidianidad desde que encaró al mandatario.
––¿Qué recuerda del día en que encaró a Daniel Ortega?
—Lo que sucedió ese día nada más fue un clamor popular que existe en Nicaragua. Era lo que los estudiantes, los campesinos, la sociedad civil y trabajadores estatales querían decirle a Daniel Ortega. Fue el momento, para Nicaragua, de poder expresar lo que por 11 años se había callado y fue un momento histórico. No era exclusivamente que lo iba a hacer yo, lo pudo hacer cualquier otro nicaragüense.
––¿Cómo se decidió que usted increpara al presidente cuando se convocó al diálogo nacional?
—Una noche antes, los integrantes de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia nos reunimos para conocer cómo iba a ser el programa del diálogo y en eso leemos que el presidente iba a tener una participación. Dijimos que para qué lo íbamos a dejar hablar y fue ahí donde me seleccionaron.
”No se sabía qué palabras se iban a decir, solo que yo iba a interrumpir el proceso para pedirle las respuestas (al presidente), pero ese momento fue también indicado para decirle qué era lo que se llegaba a hacer: negociar su salida constitucional, institucional y adelantada”.
––¿Usted confió en que Daniel Ortega de verdad estaba interesado en el diálogo?
—En realidad, sabíamos que Ortega no dialogaba. Así lo hizo en los años 80, cuando iba a dar fin a la guerra; se estaba firmando el acuerdo mientras él estaba atacando, y así lo hizo el 16 de mayo: negó rotundamente que había muertos, y estaban atacando uno de los departamentos de Nicaragua (Matagalpa) y otros puntos del país. Sabíamos que no llevaba voluntad de diálogo, pero el país lo había orillado a eso.
––¿Cómo ha cambiado su cotidianidad desde que empezaron las revueltas en el país?
—El cambio ha sido para todos los jóvenes, muchos hemos salido del país. Muchos están en casas de seguridad escondidos, dado que para Daniel Ortega es delito ser estudiante, es delito ser joven, es delito pensar distinto.
”Muchos hemos tenido que afrontar la división de las familias, pero también los problemas económicos en las familias. Muchos han perdido familiares, pero mi caso es igual al de muchos, que tuvimos que salir por puntos ciegos, dejando atrás lo que nunca esperábamos dejar atrás.
”Duele ver que hay compañeros tras las rejas inocentemente, (con) condenas de más de 57 años de cárcel porque supuestamente son terroristas. También hay quienes están o estuvieron de la mano con el régimen y hoy están en su momento de quiebre”.
––¿Por qué usted decide salir del país?
—Yo no quería salir de Nicaragua. Me negué a eso hasta principios de octubre, cuando la represión aumentó y ya venía una línea de sucesión de búsqueda hacia los supuestos cabecillas o líderes, pero en realidad se equivocó, Daniel Ortega se enfrentó a un proceso que es un cuerpo. Él busca cabezas y aquí no hay cabezas, hay un solo cuerpo. En realidad, yo no me esperaba la cárcel, sino, como a muchos, la muerte.
”Salí cuando ya teníamos una agenda prevista de hacer incidencia a nivel internacional, porque siempre los jóvenes entendimos que esta lucha iba a ser en tres ejes: presión nacional, presión internacional y diálogo nacional”.
––Es decir, recibió amenazas y por eso decide dejar el país.
—Recibo amenazas a partir del 16 de mayo por la noche. Comienzan las amenazas en las redes sociales, a los dos días sigue la intimidación a mi casa, igual que a muchos la vigilancia a mis familiares las destituciones a mis fami liares que trabajaban en ins tituciones estatales, simple y sencillamente porque se die ron cuenta de que eran fami liares míos; luego comienza e ofrecimiento de dinero por m cabeza, pero yo decía: ‘¡Qué iló gico es que Daniel Ortega esté ofreciendo 55.000 dólares por mi cabeza!’.
”(...) Desde el 14 de mayo yo salgo de mi casa y yo no vuelvo, yo no volví a ver a m mamá hasta que salí del país”
––¿Su familia todavía sigue en Nicaragua?
—Mi familia, sí. (Ellos han recibido) mucha amenaza; la persecución continúa.
––¿Dónde vive actualmente?
—En Estados Unidos, sin nin gún lugar en específico.
Para Ortega es delito ser estudiante, es delito ser joven, pensar distinto”.