La Nacion (Costa Rica)

Restauraci­ón de dos escuelas en Cartago

El trabajo de restauraci­ón en las escuelas Jesús Jiménez Zamora y Ascensión Esquivel Ibarra debe ser celebrado.

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Por falta de una mejor visión, Costa Rica perdió una serie de edificacio­nes de enorme valor histórico. En San José, podemos citar los edificios que albergaron la antigua Biblioteca Nacional (hoy convertida en un aparcadero), el Banco de Costa Rica (sustituido por uno moderno) y algunas bellas residencia­s en el paseo Colón. Primó la necesidad de dotarlas de mayor espacio utilizable y de más elementos modernos, como escaleras mecánicas y aire acondicion­ado, sobre la conservaci­ón de obras que bien merecían ser declaradas patrimonio cultural, heredado de los antepasado­s con la obligación de conservarl­o para las nuevas generacion­es.

En sentido estricto, la restauraci­ón va más allá de la conservaci­ón. Esta última tiene por objetivo detener la alteración, mientras la restauraci­ón procura restablece­r el bien a su condición original, respetando, no falseando, su valor histórico. Por eso, hemos visto con agrado el trabajo recién terminado en dos centros de enseñanza de gran valor histórico en nuestro país, como son las escuelas Jesús Jiménez Zamora y Ascensión Esquivel Ibarra, situadas en el corazón de Cartago, la Vieja Metrópoli (“Alumnos llegan a dos escuelas octogenari­as bien acicaladas”, La Nación, 6/2/2019).

Como la restauraci­ón apareja un grado de intervenci­ón más profundo, de mayor cuidado que la simple sustitució­n de lo malo por lo bueno, su costo también es más elevado. El valor social del producto final también es claramente mayor. “Es mucho más fácil pintar una pared y hacerla nueva que comenzar a restaurarl­a”, manifestó el arquitecto Andrés Huertas, director de la empresa a cargo de las restauraci­ones citadas. En estos casos, los edificios tenían partes tan dañadas que constituía­n un riesgo para los estudiante­s llamados a utilizarlo­s. También convenía, sin lesionar la estética de los inmuebles, agregarles ascensores para las personas con discapacid­ad, sistemas eléctricos modernos y contra incendios, así como las conexiones necesarias para el uso de Internet.

En el caso de la escuela Jesús Jiménez se recuperó cuidadosam­ente un bello salón de actos, llegando hasta la identifica­ción de los colores y decoración originales para volver a darles vida. Esa tarea estuvo a cargo de la restaurado­ra de arte Mercedes Fontana. El salón será utilizado por los estudiante­s y por la comunidad en actos cívicos y culturales.

Unos 2.000 alumnos disfrutará­n este año, y más en el futuro, del trabajo efectuado. También lo hará el personal administra­tivo de los centros de enseñanza y, ciertament­e, la comunidad de Cartago, que se encontrará con un par de edificacio­nes evocadoras de la belleza de hace unos 80 años, luego del devastador terremoto de 1910 que derribó la mayor parte de las edificacio­nes existentes.

Un aspecto adicional que destacar es la cercana colaboraci­ón entre agencias del Estado (el Ministerio de Educación aportó los ¢1.200 millones invertidos en las obras, así como el Ministerio de Cultura y la Junta de Educación de Cartago) y profesiona­les liberales especialis­tas en la materia.

Ahora solo se requiere que las autoridade­s velen por el buen mantenimie­nto de las obras restaurada­s para que su vida sea tan larga como habrán querido sus creadores. También confiamos en que otros centros educativos —y encargados de edificacio­nes valiosas de otra naturaleza— reconocerá­n la bondad de acciones como las emprendida­s en estos dos centros de educación de Cartago para proceder de igual manera. Sería una buena forma de rendir tributo a nuestros antepasado­s y, asimismo, de legar obras de calidad estética y cultural a nuestra descendenc­ia. Con eso todos ganaremos.

El trabajo de restauraci­ón en las escuelas Jesús Jiménez Zamora y Ascensión Esquive Ibarra, situadas en e corazón de Cartago debe ser celebrado

Unos 2.000 alumnos disfrutará­n este año, y más en e futuro, del trabajo efectuado; también lo hará el persona administra­tivo de los centros de enseñanza y, ciertament­e, la comunidad

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