Riñones donados se desperdician por lío salarial en la CCSS
A hospitales les cuesta completar personal de trasplantes
Sucedió un fin de semana del 2018. El Ministerio de Salud activó la alerta de trasplante renal: los hospitales disponían de cuatro riñones de dos donantes cadavéricos para trasplantar a alguno de los 264 enfermos en espera de un órgano sano.
Pocas veces sucede esto. Sin embargo, ninguno de los cinco centros de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) donde se realizan trasplantes renales (México, San Juan de Dios, Calderón Guardia, Nacional de Niños y Max Peralta) aprovechó esta donación.
“Fueron cuatro órganos que prácticamente se enterraron con el donante. Cuando uno ve esto y luego un recurso de amparo de un paciente que tiene 30 o 35 años (pidiendo trasplante), uno dice que algo no está bien.
“No es que los riñones no están. Los riñones están ahí. Lo que no debe haber es inopia de personal”, comentó la médica Roselyn Serrano, una de las especialistas que apoyan las labores de la Secretaría Técnica de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, en el Ministerio de Salud.
La inopia de personal es una de las razones identificadas por Salud entre las tres principales causas de la caída en la cantidad de trasplantes renales con donante cadavérico en el 2018.
Según datos de esa Secretaría, dichos trasplantes pasaron de 60 en el 2015, a 35 el año anterior.
Los dos hospitales con la mayor reducción son el México, que pasó de hacer 18 en el 2015 a solo 5 en el 2018. El San Juan de Dios registró una reducción de 30, en el 2015, a tan solo tres el año pasado.
El secretario de Donación y Trasplante, César Gamboa, reconoció que esta situación preocupa.
“Ya hemos alertado a nuestras autoridades, y por medio de estas a las de la Caja, porque queremos que el sistema funcione. No quisiéramos desestimular la donación, pero alguien tiene que responder a esto”, manifestó Gamboa.
Al detectar la reducción en la cantidad de trasplantes con donador cadavérico, esa Secretaría se dio a la tarea de indagar las razones.
Se encontraron así que un hospital como el México recibió, en el 2018, 27 ofertas de donación de riñones, pero solo concretó cinco trasplantes.
Las principales razones para “no aceptar los órganos” están relacionadas en ese hospital con inopia de personal (en diez casos), con condiciones clínicas del donante o del receptor que hacen inviable la operación (11 veces), y en una ocasión, por remodelación de infraestructura.
El San Juan de Dios, por su parte, recibió 28 ofertas de donación de riñón en el 2018, pero hizo tres trasplantes.
Alerta voluntaria. La inopia de personal que se cita como una de las causas de esta reducción, coincide con la entrada en vigencia de una nueva modalidad de pago para la realización de trasplantes en la Caja, en el 2017.
Antes de ese año, solo a los médicos especialistas que participaban en el trasplante se les pagaba disponibilidad, se hiciera o no el procedimiento.
Desde el 2017, y por decisión de Junta Directiva de la CCSS, se amplió el pago a otro personal, como la enfermera instrumentista, el coordinador hospitalario de trasplantes, microbiólogos y perfusionistas, pero se paga con base en productividad; es decir, por cantidad de donantes procurados y trasplantes realizados.
Este reconocimiento se hace cuando el procedimiento excede o se realiza fuera de la jornada ordinaria; es decir,
después de las 4 p. m.
Este cambio en el modelo de pago bajó los costos de cada operativo de trasplantes a la institución.
Así, un operativo de trasplante de riñón pasó de costar ¢22 millones a ¢4,6 millones; y los de corazón e hígado cayeron de ¢29,4 millones a ¢9,4 millones.
El actual pago va más allá de la cirugía de trasplante, pues también cubre los cuidados posoperatorios y las posibles reintervenciones del enfermo durante los cinco días posteriores a la operación de trasplante, aclaró la Caja.
Al nuevo modelo de pago se le conoce como “alerta voluntaria”, pues el empleado puede decidir voluntariamente si participa o no en la cirugía.
Esto ha dificultado la conformación de los equipos, pues con solo un integrante que diga que no puede estar en el trasplante, el procedimiento no se puede hacer.
El jefe de Nefrología del México, Manuel Cerdas, reconoció que hay una baja en la cantidad de procedimientos con donantes cadavéricos, y citó entre las causas la modalidad de pago, además del impacto de la huelga del año pasado contra el plan fiscal en los servicios de salud y la paralización de la Junta Directiva de la Caja durante varias semanas, en el 2018.
Alto impacto social. Con el nuevo modelo de pago cayeron los costos, es cierto, pero también se redujo sustancialmente la cantidad de procedimientos realizados de un año a otro, y es lo que Salud pide a la Caja investigar y resolver.
La situación obligó a la anterior ministra de Salud, Giselle Amador, a enviar, en agosto, un oficio al presidente ejecutivo de la Caja, Román Macaya, solicitando “interponer sus buenos oficios para que se evalúe con detalle la efectividad y viabilidad de continuar con el modelo de pago acordado por la Junta Directiva, ya que es claro, desde el punto de vista de la rectoría, la afectación directa al acceso a la salud que se les está brindando a estos pacientes”.
Martha Romero, de la Secretaría Técnica, advirtió de que la productividad ha bajado: “Aquí el único que sale perdiendo es el paciente. Los más graves salen de lista o muertos, y hay gente que está en esperando desde el 2015 un trasplante”.
“Hay 264 en espera de trasplante renal que van a terapias de hemodiálisis dos veces por semana. La semana cuesta como ¢1,5 millones. A esto hay que sumar los costos sociales que son muy altos para estas personas, mientras un trasplante renal ronda los ¢5 millones”, agregó Romero.
El gerente general de la Caja, Roberto Cervantes, informó de que se alista una propuesta para ajustar el modelo de pago, la cual podría estar en cuatro semanas.