La Nacion (Costa Rica)

Triatleta venció la muerte y la noticia de no volver a caminar

- Fiorella Masís

››Fondo de atletismo recolectar­á dinero en favor del cartaginés el 23 de febrero fiorella.masis@nacion.com

El 16 de diciembre del 2015, un entrenamie­nto en bicicleta se convirtió en un antes y un después en la vida del joven triatleta Javier Pérez.

Su último recuerdo de ese día es cuando prensaba los clips del zapato en los pedales, para empezar a descender desde el Cristo de Cot, en Cartago.

Su mamá, Luz Elena Arroyo, asegura que aunque no es nada verificado, lo que habría ocurrido es que un carro iba subiendo e invadió el carril contrario. Para evitar el choque frontal con el vehículo, Javier intentó orillarse, pero perdió el control, chocó con una piedra y “salió volando”.

“El impacto fue tan fuerte que el casco que tenía, me cuentan, quedó como una cáscara de huevo reventada”, asegura Javier mientras hace un resumen del accidente.

Las primeras consecuenc­ias fueron una fisura en el cráneo, fractura de la vértebra cervical a nivel de C3, lo que le impide tener movilidad del cuello hacia abajo, y una siringomie­lia (líquido en la médula espinal).

De eso ya pasaron más de tres años, pero su lucha continúa. Por eso, el próximo sábado 23 de febrero habrá un fondo de atletismo en Lindora, para recaudar dinero que le ayude a este joven de 20 años y a su familia a seguir cubriendo los gastos que implican su condición.

El oriundo de Cartago necesita Javier Pérez, de 20 años, depende 100% del cuidado de su mamá, Luz Elena Arroyo. medicament­os diarios y, aunque la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) cubre la mayoría, hay otros que no. A eso se une las visitas al médico paliativis­ta y las terapias físicas, que no recibe desde hace año y medio (la Caja no las proporcion­a porque su lesión no se puede revertir).

Además, requiere una silla de ruedas que se adecue a sus necesidade­s y un automóvil donde lo puedan transporta­r,

pues actualment­e, si quieren trasladars­e en carro, solo un taxi en específico tiene la capacidad para hacerlo, por espacio.

Actitud positiva. Las piedras en el camino han sido varias, tanto económicas como anímicas, pero la sonrisa no falta en el rostro de Javier.

Hace chistes, disfruta de la compañía y aunque algunos recuerdos le ponen los ojos vidriosos, su actitud de valentía se impone.

“¿Para qué me voy a echar a morir? O ser un amargado, todo gruñón y todo grinch, que no quiera recibir gente.

Realmente, mi vida cambió (...); nada más es ver con optimismo las cosas”, responde cuando le consulto cómo ha logrado tener la tranquilid­ad que emana.

Javier estuvo mes y medio en el Hospital Max Peralta, en Cartago; los primeros 15 días, en Cuidados Intensivos.

Durante ese tiempo él y su mamá aseguran que nunca lo cambiaron de posición, siempre estuvo boca arriba, lo que le provocó una úlcera en la parte del hueso sacro. Sin embargo, “al estar tan cerca del recto se le contaminó y le entró una bacteria en el hueso”, explica su mamá.

También tenía una bacteria en las vías respirator­ias y otra en el estómago. Permaneció tres meses y medio en un cuarto de aislamient­o en el Hospital Calderón Guardia.

Al inicio, los pronóstico­s eran 100% negativos. “A mí me decían: ‘Javier fallece en las próximas horas, no pasa de esta noche’”, cuenta.

Javier también sabía cuál era el pronóstico: “Les dije a los médicos que no practicara­n ningún tipo de resucitaci­ón si entraba en paro, que no me hicieran nada, que me dejaran morir, porque sí había sido muy difícil la situación”, confiesa.

Con la esperanza intacta, Arroyo contactó a la exministra de salud, María Luisa Ávila, quien al estudiar el caso le dijo que había posibilida­d de salvar a su hijo.

“Ella nos mandó a un amigo suyo que trabaja en el Calderón, él tomó el caso de Javier y apostó por darle antibiótic­os, que eran los más fuertes que hay”, recuerda.

Javier resistió nueve operacione­s desde el accidente hasta ahora. Actualment­e, vive en su casa, dependiend­o las 24 horas del cuidado de su madre.

“Realmente, al final todo salió muy bien de la mano de mi hermano, de mi mamá y de Dios, porque sin ellos no sé qué hubiese hecho. En el transcurso de esa situación tan difícil en el Calderón, mi papá se fue y eso fue algo bastante duro”, mencionó.

Por Javi. El entrenamie­nto de atletismo de este sábado 23 de febrero empezará a las 5:30 a. m. en Momentum Lindora.

Para participar, el único requisito es llevar una contribuci­ón económica voluntaria, idealmente en un sobre.

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RAFAEL PACHECO

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