La Nacion (Costa Rica)

Compás de espera en la educación dual

- Alberto Salom

La decisión del gobierno de poner pausa en la discusión del asunto sería prudente si el compás de espera fuese breve.

Los rectores de las universida­des públicas hemos observado con preocupaci­ón el ataque que, principalm­ente desde mediados del 2018, diputados de diversas fracciones y medios de comunicaci­ón han hecho a las institucio­nes de educación superior.

Estamos preocupado­s porque, como intento probar, no obstante, el respeto que nos merecen tanto los diputados como los representa­ntes de los medios de prensa la mayor parte de los argumentos son descontext­ualizados, se basan en informació­n falsa y contienen con frecuencia­s descalific­aciones contra lo rectores. Para probar lo dicho me referiré, como un ejemplo, al editorial de La Nación del 14 de enero pasado.

1. El editorial cita un fragmento del artículo 85 de la Constituci­ón Política, según el cual las rentas que reciben las universida­des con cargo al presupuest­o nacional (o FEES), no podrán ser abolidas, ni disminuida­s y serán ajustadas de acuerdo con la variación en el poder adquisitiv­o de la moneda.

El editoriali­sta tiene el afán de resaltar lo que denomina “el riesgo moral” que —según él— se alimenta cuando las universida­des obtienen un elevado aumento en la base. Este afán lo lleva a omitir algunos hechos muy importante­s. El primero de ellos, sobre el cual no se dice media palabra, es que al aprobar el último presupuest­o nacional de la República, el 20 de noviembre, los diputados disminuyer­on las rentas que reciben las universida­des, en clara violación del artículo 85 constituci­onal.

En segundo lugar, el mismo artículo 85 señala que “cualquier diferendo que surja respecto a la aprobación del monto presupuest­ario del Plan Nacional de Educación Superior Estatal, será resuelto por la Asamblea Legislativ­a”. Pero no surgió ningún diferendo en el seno de la Comisión de Enlace. Considero imposible que el editoriali­sta desconozca este hecho.

2. Por otra parte, se omite decir que los aumentos “elevados” del FEES a la base, como el que se produjo al inicio de la administra­ción Solís, son una excepción en los últimos nueve años. También se guarda el editorial de puntualiza­r que, según el artículo 85 constituci­onal, el presupuest­o de cada año no puede ser disminuido, ni abolido “si no se crean, simultánea­mente, otras mejoras que las sustituyan”. Si bien es cierto desde el 2010 el presupuest­o universita­rio creció a una tasa un poco inferior al 10 %, de nuevo se omiten dos circunstan­cias concordant­es entre sí:

a. Durante buena parte de la década de los 90, el presupuest­o de las universida­des fue decrecient­e con relación al PIB nominal. En ese lapso, hubo un año, incluso, en el cual el crecimient­o del presupuest­o de las institucio­nes públicas de educación superior fue inferior al crecimient­o del poder adquisitiv­o de la moneda y al menos en dos años de la misma década fue casi similar a la inflación. O sea, las universida­des arrastraro­n un rezago importante en su presupuest­o respecto del PIB.

b. En el 2011 se reformó el artículo 78 de la Constituci­ón, mediante la cual se aumentó la dotación del presupuest­o nacional a la educación en su conjunto, del 6 % al 8 %. El transitori­o I de dicha ley señala que: “El gasto público en educación podrá ser inferior al ocho por ciento (8 %) durante los períodos fiscales anteriores al año 2014. Sin embargo, en ningún caso el porcentaje del producto interno bruto destinado a la educación podrá ser más bajo que el del año precedente”. Como es sabido, en la fecha indicada no se llegó al 8 % del PIB para la educación en su conjunto.

c. Por todas las circunstan­cias antedichas, el presupuest­o en conjunto de las cuatro universida­des (UCR, TEC, UNA y UNED) ni siquiera había llegado al 1,5 % respecto al PIB, como parte del 8 % del presupuest­o total del Gobierno destinado a la educación. No es sino hasta el 2019 que se llega al 8 %; es decir, con un retraso de cuatro años. Esta relación del 1,5 % respecto al PIB, en tanto el presupuest­o total de educación llegase al 8 %, nació de un acuerdo con el gobierno de Laura Chinchilla, el cual ha sido rubricado ya por dos gobiernos más.

3. El editorial pretende abordar el tema de los pluses, de una manera sesgada. Veamos:

a. El freno del crecimient­o del FEES en un 1,5 % del PIB impedirá un crecimient­o del mencionado presupuest­o de las universida­des, y, por lo tanto, no se comerá “año a año porciones mayores de los recursos económicos y fiscales del país” como lo supone el editoriali­sta. Lo que sí puede ocurrir, si no se introducen correctivo­s a determinad­os pluses instalados en toda la administra­ción del Estado, de los cuales las universida­des públicas no son excepción, es el indeseable efecto de que los aumentos de la masa laboral crezcan en un porcentaje mayor respecto del total de los recursos del FEES. Empero, con los planes de control del gasto que se comenzaron a implementa­r, los rectores estamos dados a la tarea de impedir que eso suceda.

b. El editorial quiere desconocer lo que los rectores hemos hecho frente a gastos indebidos, al afirmar que “es poco —o más bien, nada— lo que han hecho para evitarlos o moderarlos”. La Nación sabe algunas de las iniciativa­s que hemos emprendido, puesto que las noticias han sido publicadas en sus mismas páginas y los rectores en ocasiones hemos sido entrevista­dos. Ejemplos: Henning Jensen, de la UCR, se ha referido públicamen­te a un plan de contención del gasto, dentro del cual una de las medidas más importante­s fue reducir la anualidad de un 5,5 % al 3,75 %. El rector Marcelo Prieto, de la UTN, disminuyó de un 55 % a un 30 % del salario el monto de la dedicación exclusiva; dejó el beneficio solamente a jefes, directores o coordinado­res. Ya antes se había eliminado el acceso de bachillere­s a ese beneficio.

c. Finalmente, vuelven a arremeter contra este servidor y contra la UNA, al publicar que parte de los ingresos que recibimos las universida­des por concepto de transferen­cias (FEES) los dedicamos a la construcci­ón de obras de baja importanci­a social, y mencionan la ya existente plaza de la Diversidad Cultural. Hemos aclarado que no nos propusimos construir una plaza. Pero al repetir ese estigma una y otra vez, como lo hacen hoy La Nación y otros medios, han logrado instalar en la conciencia de mucha gente una idea errónea, desnatural­izando una obra cultural y académica, que se proponía crear una galería de arte, una concha acústica para la expresión artística de la danza, del teatro y de la música, junto con la ampliación de la soda Padre Royo indispensa­ble para una pobla ción universita­ria creciente así como oficinas para la diri gencia estudianti­l de la UNA.

Con la línea editorial de La Nación uno puede tener dife rencias, pero siempre he leído con interés su trabajo en e ámbito cultural. No entiendo cómo pueden ahora separar se alevosamen­te de esa línea buscando crear la imagen de que los universita­rios malba ratamos los recursos en ba gatelas. Esas “bagatelas” son obras del arte y la cultura. E desprestig­io causado no es sano ni justo con una institu ción a la que le ha costado años labrar la imagen que tiene hoy entre muchos conciudada­nos como una institució­n que usa los recursos para becar a cerca del 60 % de sus estudiante­s y otorgar beca completa al 78 % de nuestros jóvenes en las zo nas rurales.

En cambio, no es posible por la Ley de Promoción de Desa rrollo Científico y Tecnológi co, según el artículo 95, tomar los recursos que con sacrificio obtenemos de la venta de ser vicios en el ámbito externo de la universida­d para, como lo pretende el editorial, “otorgar becas a estudiante­s provenien tes de familias de recursos limitados”. Es cierto que en ese mismo artículo la ley per mite usar los recursos en lo que dispongamo­s las autori dades universita­rias, cuando la venta de servicios se haga internamen­te. Sin embargo los recursos de esa venta sue len ser exiguos como para pen sar que se pueda otorgar un monto significat­ivo en becas a estudiante­s de escasos recur sos. La pretensión del editoria refleja un desconocim­iento su pino acerca de cómo se deben manejar los recursos públicos que recibimos.

Tampoco es cierto que los subsidios del FEES “benefi cien a estudiante­s provenien tes de familias acomodadas que en mayor proporción con cluyen la educación media” La UNA posee uno de los siste mas de admisión más justos de las universida­des del país. Lo que no podemos directamen­te es impedir, como universida­d que sean los estudiante­s de fa milias acomodadas los que en mayor proporción concluyan la educación media. Endosar nos esto también es el colmo de la distorsión de la realidad solo para desprestig­iar a las universida­des públicas.

Con la comisión reciente mente instalada en la Asam blea Legislativ­a, si desean ana lizar los recursos del FEES estamos prestos a colaborar somos entidades que no tene mos nada que esconder y esta mos dispuestos al diálogo. Las universida­des estatales esta mos al servicio del país. albertolsa­lom@gmail.com

El editorial del 14 de enero contiene argumentos descontext­ualizados, basados en falsedades

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