Magma potencia lluvia ácida del Poás
La emanación de gases y cenizas del volcán Poás, que aumentó a partir del 11 de febrero, tiene la particularidad de que sus componentes químicos son más ácidos que los de erupciones similares ocurridas en 1989 y en 1994, pues ahora sale con magma residual de la fuerte erupción del 2017.
Así lo explicó el vulcanólogo Eliécer Duarte, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), quien recordó que eventos similares de 1989 y 1990 duraron dos semanas y eso fue suficiente para causar muchas pérdidas en el sector agropecuario.
Guiselle Salazar, agricultora de 53 años y vecina de San Jerónimo de Naranjo, afirmó que sus cafetales ya empiezan a resentir la caída de material, lo que los tiene muy preocupados, a ella y a su esposo.
“Nunca había percibido tanto olor a azufre en esta zona, hasta malestar en los ojos y nariz hemos afrontado a raíz de esto”, dijo.
Lo mismo ha escuchado de vecinos de Trojas, en el cercano cantón de Sarchí, y en otros sectores como Los Robles, en Naranjo.
Agregó que en la mañana lavan los carros y horas después vuelven a quedar llenos de ceniza.
En Grecia, la situación es similar y, según el vulcanólogo Duarte, han tenido reportes desde Bajos de Toro, en Valverde Vega; Palmira, de Zarcero; y en La Argentina de Grecia. Factores. El especialista recordó que el viento y la vibración de las erupciones levantan gran parte del material que, unido a lo que sale del conducto, constituye ese polvo que llega a kilómetros de distancia y ataca pastos y cultivos.
“Si a eso se une la falta de lluvias, es predecible que plantaciones de chile dulce, tomate, pastos y café, muy comunes en esos cantones, se vean afectadas”, dijo Duarte, quien afirmó que pronto realizarán una gira a esos sitios para analizar la afectación.
El sábado anterior, el Poás hizo emanaciones que se elevaron 500 metros sobre la altura del cráter.
La actividad sísmica es baja y la visitación sigue abierta a los turistas que aprovechan el panorama, pues los días están muy despejados y el viento va en dirección contraria al sitio donde está el mirador.